www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
   
 
Víctimas cubanas de la guerra
Ilegal e intolerable para el Gobierno de Fidel Castro, la disidencia interna sufre una batida sin paralelo en los últimos diez años.
por MANUEL DíAZ MARTíNEZ, Canarias
 

Aprovechando que el estruendo de la guerra en Irak convierte en apagado rumor el resto de los problemas que hoy inquietan al mundo, y aprovechando asimismo el alboroto antinorteamericano del momento, Fidel Castro ha desatado en Cuba una nueva ola de terror contra la disidencia y la prensa independiente. En los últimos días, alrededor de 80
Disidentes
Disidentes. De izquierda a derecha: Osvaldo Alfonso Valdés, Martha Beatriz Roque, René Gómez Manzano y Vladimiro Roca (Lux Info Press).
opositores, periodistas y activistas de derechos humanos han sido arrestados a lo largo de la Isla y recluidos en los calabozos de la policía política. Los arrestos han sido acompañados de registros en las casas de los detenidos, a quienes les han requisado libros, documentos personales, ordenadores y otros útiles de trabajo. Sin duda, estamos ante las primeras víctimas cubanas de la guerra.

Entre los detenidos se encuentran el destacado poeta y periodista Raúl Rivero, director de la agencia Cuba Press y asesor de la revista De Cuba, de reciente aparición, la cual ha sido clausurada; el escritor Manuel Vázquez Portal; y los economistas Oscar Espinosa Chepe y Martha Beatriz Roque, presidenta de la Asociación de Economistas Independientes y de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil. Asimismo, han sido arrestados miembros del grupo que encabeza Osvaldo Payá Sardiñas, quien recientemente fue galardonado por el Parlamento Europeo con el Premio Sajarov de Derechos Humanos. El Gobierno de Castro los acusa de estar "al servicio de una potencia extranjera" por relacionarse con el jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba. Una acusación muy oportuna en estos días, en que el antiyanquismo militante toma las calles.

Las autoridades cubanas han amenazado a estas personas pacíficas y dialogantes, cuyas únicas armas son las ideas y las palabras, con la Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba, la llamada Ley Mordaza, gracias a la cual el ciudadano que divulgue críticas al régimen puede recibir una condena de hasta veinte años de cárcel. También las ha amenazado con acusarlas de "desestabilizar la revolución" y juzgarlas por traición.

Con esta redada, la mayor de los últimos años y que probablemente continuará, la dictadura busca algo más que frenar el auge de la oposición interna: busca atarla y amordazarla. La ostentación con que en esta oportunidad ha actuado la policía demuestra que el régimen persigue, además, intimidar a la población.

Estamos presenciando la puesta en práctica de un plan de medidas cautelares relacionadas con la batida al régimen de Sadam Hussein, con el que Cuba ha mantenido estrechos y, según versiones, no siempre confesables vínculos de colaboración. Recordemos que Castro ha ordenado redadas de enemigos reales y supuestos en otras ocasiones en que ha advertido un peligro exterior.

Resulta curioso que esta nueva crecida de la represión castrista se produzca cuando la Unión Europea decide abrir oficina en La Habana y conceder a Cuba —aparcando las condiciones políticas que le exigía— los beneficios económicos del Convenio de Cotonou, y cuando la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en la que el Gobierno de la Isla será nuevamente juzgado como violador de estos derechos, desarrolla en Ginebra su período de sesiones del presente año.

Castro, evidentemente, está dispuesto a pagar el coste político de una acción abusiva que ya le ha valido la protesta de la Organización de Estados Americanos, de Amnistía Internacional, de la cancillería francesa, de la Sociedad Interamericana de Prensa, de la Asociación de Editores de Periódicos de Estados Unidos y del ex presidente James Carter.

De no ser porque en las circunstancias actuales debe de haber empezado a dudar de la eternidad de su régimen, proclamada por decreto, Castro jamás habría elegido este momento para ordenar un operativo de tal envergadura contra la oposición. Muy inseguro debe de sentirse el Comandante, rodeado de todos los fracasos que han hundido al país en una crisis sin fronteras, para dar este paso, que desnuda aún más la empedernida entraña totalitaria de su régimen.

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