Al decir de los voluntarios españoles que visitan frecuentemente el Sahara, muchos ciudadanos de esa región africana "hablan en cubano". En los campamentos saharauíes —para su sorpresa— viven miles de nativos que estudiaron desde niños en Cuba y hablan un español perfectamente "cubanizado". Parte de su cultura, y también de su

Médicos venezolanos protestan contra la injerencia cubana en su país.

ideología, se modelaron en la mayor de las Antillas bajo el influjo del ideal seudo izquierdista de La Habana. Para dichos saharauíes, Cuba es el modelo soñado, Castro el hombre del siglo y la revolución cubana la panacea universal. El pensamiento exportado desde la Isla se ha movido como efectiva polea de transmisión entre sus coterráneos. Y más allá.

En las universidades cubanas recibieron formación cientos de saharauíes. Muchos de ellos disfrutaban condiciones de privilegio al contar —junto al resto de los estudiantes extranjeros— con las mejores residencias, comedores diferenciados, los vestuarios más modernos… y, lógicamente, las mejores novias cubanas. Por aquellas aulas pasaron mas de 39.000 casos como los mencionados, derivados de los convenios de Cuba con países del Tercer Mundo. Algunos, incluso, eran hijos de influyentes personalidades políticas africanas y asiáticas. Aún se recuerda por aquellos lares que, un año antes de la invasión norteamericana a Afganistán, dos hermanos del desaparecido presidente Najibulah, graduados de periodismo en la Universidad de Oriente, morían a manos de los talibanes.

Así, durante más de 35 años el panorama de la educación nacional, lo mismo en la enseñanza media que en la superior, mostraba una multiculturalidad de apariencia bondadosa: Cuba, supuestamente, tendía la mano de la instrucción a las naciones más desfavorecidas, y a cambio de nada. Las crueles guerras en Angola, Namibia, Etiopía… garantizaron la incidencia directa de los militares criollos en esas tierras. Además de enseñar a manejar el fusil, cumplieron con bastante efectividad la misión ideológica de exportar el pensamiento de la revolución cubana y fabricar una opinión provechosa hacia la misma. Cuando cesaron aquellas aventuras bélicas que costaron la vida a más de 40.000 cubanos, la influencia de la Isla se desmoronó. Al menos por un tiempo.

Las tragedias sufridas por algunos países centroamericanos ante el paso de los huracanes Mitch y Georges abrieron nuevamente la caja de Pandora. Fidel Castro, ansioso por reactivar su más preciado rubro exportable, halló una nueva excusa para relanzar la política de "solidaridad" con evidentes visos de reconquista. La pérdida del régimen aliado de Nicaragua, en 1990, y antes el de Chile en 1973, había descolocado la estrategia geo-política y expansiva del gobernante cubano. El impacto adverso de los destrozos climatológicos de 1998 en la región propiciaron a Castro la oportunidad de regresar al escenario, esta vez sin armas tangibles ni guerrillas subversivas.

La nueva embestida venía del lado de las batas blancas. Unos 4000 médicos y enfermeras partieron a cumplir "misiones internacionalistas" en las zonas afectadas. El Comandante, ambicioso al fin, ensalzó el denominado Programa Integral de Salud para Centroamérica y el Caribe, mediante el cual miles de profesionales brindarían servicios gratuitos y temporales en las naciones de la región. Durante todo ese tiempo, la selección del personal ha sido rigurosa in extremis, priorizándose las cualidades políticas con vistas a "incidir" en las sociedades de más de 14 países.

Las ideas al respecto se redondearon mejor en 1999, al inaugurarse la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas de La Habana, en medio de la apabullante cobertura mediática por la Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno. Un centro educacional al que, como sus precedentes, le sobra todo lo que le falta a las deterioradas universidades del cubano de a pie. Un absoluto derroche falsamente sustentado por el vilipendiado concepto de "solidaridad".