www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
   
 
El último condenado a muerte
por ARMANDO AñEL, Madrid
 

Los condenados a muerte en Cuba —aquellos que no han cometido delitos de sangre ni gozan de garantías procesales— pertenecen a una especie en invariable expansión. El inventario es ilimitado. Así, le ha llegado el turno a uno cuya sentencia original sólo era de veinte años de cárcel. Oscar Espinosa Chepe, economista y reportero independiente cuyos artículos sobre la realidad cubana,
Espinosa Chepe
El economista Oscar Espinosa Chepe.
rigurosamente contrastables —la mayoría de las veces fundamentados en datos emitidos por el propio régimen—, hacían las delicias de los reformistas camuflados en la maleza del poder tanto como provocaban el furor de su núcleo más ortodoxo, ha sido condenado a muerte.

Mientras espera que le llegue la hora, languidece en un hospital militar del oriente de la Isla. No fue condenado ante notario ni mediante acta alguna, eso sí. Esta última sentencia no se le notificó en ninguna parodia de juicio, fuera sumarísimo o revolucionario. Los términos del dictamen (varices esofágicas, hipertensión portal, insuficiencia hepática, gastrodudenitis, sangramiento digestivo, etcétera) lo condenan sin remedio, pero no son demasiado inteligibles ni han sido publicitados. De su muerte está informada su esposa, a quien le han prohibido visitarlo en los próximos meses, y algún familiar más.

En el hospital de Guantánamo a donde por fin han trasladado a Oscar Espinosa Chepe no pueden hacerse ciertos análisis —imprescindibles para el economista— porque, aseguran los entendidos, está lloviendo en esa zona del país y el agua llega al lugar contaminada. En esa potencia médica llamada Cuba, capaz de exportar doctores y donar a las naciones del Tercer Mundo toneladas de medicamentos, no sólo se condena a muerte por pensar con cabeza propia e informar a los demás lo que esa cabeza propia ha pensado, sino porque no hay galenos ni medicinas ni higiene ni infraestructuras que valgan la pena o tengan vergüenza. Más exactamente: Vergüenza hay. Pero están a punto de matarla.

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