www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Ciencia sin conciencia
La politización y manipulación de las investigaciones sociológicas en Cuba es una de las causas del fracaso revolucionario.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Un país que no otorgue independencia a sus centros universitarios o de investigación sufrirá con frecuencia muchas distorsiones. En primer lugar, sobre lo que en verdad está sucediendo en su territorio, lo cual obstaculizará la aplicación de programas realmente efectivos en la mejoría de condiciones sociales, culturales y económicas de su población.

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Aeropuerto de La Habana: ¿estrategias o rupturas?

Cuando esa persona fundamental que se dedica a revelar el estado en que marcha una sociedad es un subordinado del poder y tiene que responder a sus intereses, la ciencia pasa a convertirse en política, y entonces en vez de decir verdades, las escamotea; en vez de revelar, oculta; y en vez de constituirse en un pilar del futuro se transforma en una falsedad, una regresión y un mito. Ahogada en esta situación, la ciencia cubana tiene como uno de sus propósitos principales traspapelar los errores, muchas veces garrafales, del régimen.

Carmen Barcia obtuvo el último premio de ensayo histórico-social que cada año otorga la Casa de las Américas, cuyo presidente, Roberto Fernández Retamar, es miembro ilustrado de la jerarquía en el poder. La obra galardonada se titula La otra familia. Parientes, redes y descendencia de los esclavos en Cuba y se publicará en enero próximo. En declaraciones, a propósito del premio, mostró la autora el inestimable servicio que presta la ciencia a la casta en el privilegio en la Isla.

A pesar de que la ruptura de la familia, a causa de la emigración, es una realidad evidente, la historiadora salva el tema con una maravillosa subversión, un esquince, un conato digno del mejor Cantinflas. Así, ese núcleo básico de la sociedad, "no puede verse como una familia rota, sino debe verse desde el punto de vista de la estrategia familiar. Las familias tienen sus estrategias, a veces son conscientes y otras inconscientes. Romper una familia es casi imposible. En Cuba la gente se separa y sigue manteniendo relaciones".

Resulta que ahora, por arte de birlibirloque o por mera obsecuencia, el cubano se separa de su familia y se va al extranjero por una "estrategia", y no porque la vida en Cuba es asfixiante, económica, política y moralmente. ¿Es que pueden disimularse las condiciones extremadamente duras que obligan a un hombre o mujer a abandonar su familia, a romperla, como no puede admitir Carmen Barcia?

¿No rompe su familia quien se ve obligado a salir del país, ya sea por persecuciones políticas, precarísima situación económica y un ancho cúmulo de desesperanzas y frustraciones, si recordamos que después de once meses y un día se le prohíbe volver, para permanecer en su patria? ¿Qué psicólogo admite —para no reducir el tema a la lógica más pedestre— que una familia no rompe sus lazos cuando el esposo, por ejemplo, tiene que partir al extranjero y vivir allá toda la vida, lejos de su esposa e hijos? Si prácticamente en todo el planeta existe una campaña en contra del divorcio, pues la falta de contacto diario afecta a los hijos, ¿qué significa entonces ausentarse totalmente, privar a los más cercanos del calor, del cariño edificante del padre o la madre y otros parientes, para no volver a unirse, que es la generalidad de los casos?

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