www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 1/3
 
Los últimos internacionalistas
Militares, maestros, médicos… comisarios: Un entramado castrista de violencia y expansión.
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas
 

Pretender que el internacionalismo forma parte de los genes de la nación cubana es una de las tantas mentiras del régimen de Fidel Castro. Lo cierto es que el deseo insaciable de un hombre de trascender los límites de su isla, le ha impuesto duras misiones en tierras ajenas, a medio millón de cubanos. Los muertos dejados atrás nunca han sido suficientes para que Castro diga basta. La última aventura internacionalista del viejo comandante tiene lugar en Venezuela. Nadie sabe cómo terminará esta misión.

Médicos cubanos
Venezuela: De mañana, médico; de tarde, propagandista.

Desde los primeros años del triunfo revolucionario, Castro llegó a la conclusión de que la Isla era demasiado pequeña para sus ambiciones de convertirse en un líder mundial. Por ello se dedicó a exportar su revolución a lejanas tierras; así su nombre resonaría en extrañas lenguas. Deseoso de poner en práctica su sueño, el entonces joven comandante les comunicó a los cubanos su deseo de ayudar a otros países. Fue en octubre de 1962, cuando la inauguración del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón. Dicho y hecho. El 23 de mayo de 1963 partió hacia Argelia el primer contingente de médicos cubanos.

El ego de Fidel Castro aumentó notablemente luego de un recorrido que hiciera por 10 países de África y del extinto bloque comunista, en 1972. Ese mismo año, en el acto del 26 de julio celebrado en La Habana, el comandante dijo: "Nosotros somos una bandera, y esa bandera no es una bandera nacionalista: ¡Es una bandera internacionalista!".

Como las palabras se las lleva el viento, era aconsejable dejar escritas las pretensiones internacionalistas. Qué mejor oportunidad que la promulgación de la Constitución de 1976. En el Preámbulo quedó claro que la revolución se apoyaba en el internacionalismo proletario, dada la vocación internacionalista del pueblo cubano. En honor a la verdad histórica, sólo había dos figuras importantes que hicieron del internacionalismo su proyecto de vida: Pablo de la Torriente Brau y el Che Guevara, que ni siquiera era cubano de nacimiento.

Llegaron años de gloria para el gobernante de una pequeña isla. Bajo el manto del internacionalismo proletario, Castro se metió de lleno en conflictos protagonizados por las superpotencias de la guerra fría. Cuba ponía los hombres y la Unión Soviética su poderoso arsenal de combate. Angola y Etiopía, entre otros países, fueron escenarios de batallas como nunca las hubo en la Sierra Maestra.

Alrededor de 50.000 soldados cubanos lucharon en Angola. En 1991, cuando las últimas tropas se retiraron del territorio africano, atrás quedó un rastro de combatientes muertos, cuyos cuerpos tardaron en llegar a la Isla. Esto casó mucho dolor a numerosas familias cubanas. Años después, muchos se preguntan de qué sirvió pelear en esa absurda guerra, en la que costaba trabajo distinguir los buenos de los malos.

Esta misión fue especialmente difícil para los muchachos del Servicio Militar. Apenas con 18 años eran enviados a pelear por una causa que no entendían, o compartían. Algunos murieron sin saber por qué debían hacerlo. La filosofía del internacionalismo, impuesto de manera obligatoria, siempre fue difícil de comprender.

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