www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 1/2
 
Embargo mental
Teleclases, computadoras sin Internet y adoctrinamiento a tiempo completo: muerte y fin del maestro cubano.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Si la mentira, como dice más o menos el proverbio, tiene piernas cortas; la mentira a medias debe tener una más larga que la otra, o una inservible, o anda renqueando. Esta es la conclusión que se extrae de un reciente informe del Ministerio de Educación cubano.

Pioneritos
Educación cubana: naufragio de un mito.

El documento indica que desde inicios de los noventa la importación de medios y recursos destinados a las escuelas disminuyó entre el 25 y 30 por ciento. Los culpables son viejos conocidos: la crisis económica mundial, el derrumbe socialista y, como el colmo de males, "el bloqueo". Contra ellos estalla, en diarias cantaletas, la prensa isleña.

Aunque en una ocasión funcionarios cubanos compraron recogedoras de nieve —como bien recuerda la tenaz burla popular—, esta vez pensaron lo que hacían y fueron a Asia con el fin de obtener lápices, libretas y papel para uso general del proceso docente. En este continente están varios de los países en que más barato se venden esos utensilios, particularmente después de un desarrollo considerable de la industria de la celulosa.

Pero esto no fue obstáculo para que el documento reitere que en Estados Unidos hubieran salido a mejores precios si el embargo no existiera, por la cercanía del país. Desde luego que el estudio no ofrece cifras, impuestos, ni valor de la carga. ¿Qué cubano, con los niveles de información prevalecientes, puede descifrar o llegar a la verdad en esta afirmación?

El gobierno no posee papel suficiente para la decisiva empresa de educar. Sin embargo, las miles de toneladas que anualmente consumen el Partido y la Juventud Comunista, los CDR y otras entidades oficiales, cuyos propósitos son netamente político-ideológicos, no se destinan a aliviar la carestía del sistema educacional.

El informe admite que a pesar del esfuerzo —que nunca es grande, sino heroico—, escasamente se imprime el 50 por ciento de los textos básicos y los folletos complementarios, y a esto se añade el envejecimiento y deterioro de laboratorios de Física, Química y Biología, así como de los talleres de Educación Laboral, prosigue el estudio.

Aquí, por si fuera poco, no concluyen los daños que las condiciones mencionadas, pero sobre todo el embargo, provocan. Con respecto a la enseñanza especial, el régimen se ve impedido de construir todas las escuelas previstas para los discapacitados. Aunque no vale la pena profundizar al respecto —habría que ir directamente a la ineptitud invencible en el terreno económico—, no está demás preguntarse cómo es posible que el propio Fidel Castro decidiera recientemente renunciar a ayudas humanitarias, impulsado por discrepancias de índole política.

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