www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de noviembre de 2003

 
   
 
Nada nuevo bajo el cielo
Violencia contra las cubanas: En las cárceles de la Isla se utiliza perversamente como tortura la atención médica y psiquiátrica.
por ILEANA FUENTES, Miami
 

Quizás el acto de repudio más connotado en la historia de hechos de este tipo en Cuba, es el que se realizó contra la galardonada poeta María Elena Cruz Varela. En noviembre de 1990, Cruz Varela había dirigido una severa crítica pública a Fidel Castro —lo que ella llamara su Declaración de Principios— luego de haber fundado, junto a otros intelectuales cubanos, el grupo contestatario Criterio Alternativo.

M. Elena Cruz Varela
Escritora Cruz Varela: 'Soy una balsera cuya vida se ahogó en la tierra'.

En noviembre de 1991, una turba invadió su apartamento en Alamar, hizo trizas su contenido, le hizo tragar hojas de un poemario inédito, y la arrastró por las escaleras, desde el cuarto piso hasta la calle, donde policías de Seguridad y la multitud siguieron dándole golpes hasta que se la llevaron detenida.

Días después fue sentenciada a dos años de prisión por "asociación ilícita", de los que cumplió 18 meses. Las penurias en la cárcel fueron muchas, las mismas que miles de prisioneras políticas antes que ella padecieron en los años sesenta y setenta. Pero hay algo específicamente cruel e inhumano que tuvo que sufrir esta mujer en la cárcel: la más de media docena de exámenes ginecológicos consecutivos con sus correspondientes biopsias en un período de seis meses, porque en el hospital del penal "se perdían" o "no servían" los resultados de los exámenes anteriores.

Nadie que no sea mujer, y ninguna mujer que no haya experimentado el frío especulo y la profunda cuchilla, puede entender la tortura física que esto significa. Si es un suplicio en las higiénicas consultas médicas donde el ginecólogo amigo y una amable enfermera y el único grito de la tecnología anestésica suavizan el impacto, ¡qué puede decirse de verse sobre una camilla desnuda, ante un instrumental antiguo y, quizás ni esterilizado, en manos de personal carcelario, que igual la dejaría a una morir de cáncer o de una hemorragia!

Martha Beatriz Roque Cabello fue arrestada el pasado mes de marzo, juzgada en abril junto a 74 opositores, y sentenciada a 20 años de cárcel. Es la segunda vez que la valiente economista es declarada Prisionera de Conciencia por Amnistía Internacional. Pero esta vez la sentencia, y su maltrato médico en prisión, están concebidos como para que no salga de Manto Negro. Enferma con varias dolencias que incluyen hipertensión, problemas reumáticos y úlcera estomacal, Martha Beatriz tuvo que ser trasladada de urgencia al Hospital Militar Carlos J. Finlay, en La Habana, donde se le mantiene médicamente inestable.

Roque Cabello ha perdido mucho peso, tiene insensibilidad en un lado del cuerpo, la alimentan mal, le permiten la visita de su sobrina (único familiar que tiene en Cuba) cada dos meses, y le han diagnosticado, además, una diabetes súbita. Al igual que todas las cubanas posmenopáusicas, también debe estar anémica y tener síntomas de osteoporosis. A sus 58 años, la sentencia de 20 equivale a una sentencia de muerte.

A María Elena Cruz Varela le invadieron su casa, le invadieron su vida, le invadieron su familia, le invadieron su cuerpo. Tuvo la suerte de escapar con vida. "Soy una balsera cuya vida se ahogó en la tierra. Aquí estoy: 41 años, mi espina dorsal dañada como consecuencia de los sucesos de noviembre de 1991; una irreversible deficiencia vitamínica adquirida en prisión; y una ansiedad por mis compatriotas que no me abandona ni de día ni de noche", dijo de sí misma la poeta en 1996. Es una sobreviviente de los abusos médicos que el régimen comete en las cárceles cubanas.

El martes 25, en el acto inaugural de esta campaña de 16 días, Nenita Roque, la hermana de Martha Beatriz exiliada en Miami, señaló certeramente que la medicina moderna hace imposible que a una paciente no se le pueda controlar la hiperglicemia y la hipertensión en siete meses de tratamiento. A Martha Beatriz Roque Cabello no van a curarla en el Finlay, ni van a cuidarla en Manto Negro. Sólo le adelantarán, a cuentagotas para que sufra más, la muerte.

Cuando a Lidia Pérez la arrestaron a principios de 1961, estaba embarazada. Seis meses después, el 22 de junio, moriría en prisión por falta de asistencia médica durante el parto. El 31 de diciembre de ese mismo año, murió de septicemia en la prisión de Guanajay la presa política Julia González Roqueta. ¡No hay nada nuevo bajo los cielos de Cuba! Que no haya ninguna duda de que en las cárceles cubanas se utiliza perversamente la atención médica y psiquiátrica como tortura, y que la desatención o tratamiento inadecuado de las reclusas (de todos los presos) es parte de una metodología diseñada para convertir al preso en guiñapo humano, o aniquilarlo.

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