El gobierno cubano ha convertido en costumbre la despoblación de la Isla. Encima, presenta su gestión como un logro sanitario "comparable" al de países altamente desarrollados. Más que una expresión de desarrollo económico, se trata de un problema de salud demográfica.

Pinar del Río: ¿Calidad de vida?

Las cigüeñas no se posan en el suelo de Cuba, sino que huyen en balsas, horrorizadas, por la usual práctica cubana de control de la natalidad: el aborto, "técnicamente" rebautizado como "interrupción del embarazo", o mejor aún como "regulación menstrual". Se reporta la pérdida de casi cuatro millones de nacimientos en menos de 30 años, ateniéndonos a los informes oficiales del Estado cubano sobre el envejecimiento de la población.

La otra noticia, multiplicada en los informes técnicos de los organismos especializados de la ONU y rebotada con insistencia por cuanto órgano de prensa sueña aún con resucitar el viejo mito, no puede quedar sin respuesta. Porque a fin de cuentas la tasa de mortalidad infantil cubana de 6,5 por cada mil menores de un año en 2002 —promocionada a bombos y platillos—, es en su interpretación tan falsa como tantas otras aseveraciones del régimen.

Sólo que ésta, mucho más técnica, es difícil de refutar desde simples artículos de prensa. Se necesita de un análisis especializado, sobre todo si no se relaciona con otros datos oficiales del Estado: en igual período se produjo un índice de abortos de 49,8 por cada cien nacidos. Claro está, sin contabilizar las regulaciones menstruales. Es decir, los abortos de bajo riesgo realizados —teóricamente— en el término de los primeros 14 días de interrupción del flujo menstrual, en el ámbito de los propios policlínicos y sin requisitos adicionales de protección a las pacientes.

Cuenta el Estado cubano para su campaña con el probablemente más potente portal informático especializado de la Isla —INFOMED—, del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas de Cuba (CNICM), miembro de la Red Panamericana de Ciencias de la Información Médica. Auspiciada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), esta red es, metodológicamente, una versión tributaria de la National Library of Medicine (NLM), con sede en Estados Unidos.

Por tanto, al margen de su influyente participación técnica, es un potente centro de divulgación política, que ha logrado mediante desembolsos relativamente pequeños, situar en el exterior su propaganda al aprovechar los beneficios de la sociedad de la información y de un proyecto financiado por la OPS, desde 1997, para la creación de la Biblioteca Virtual de Medicina en la región de las Américas.

En la última década, y gracias a esta red, el gobierno ha logrado situar la producción de literatura médica cubana —y por tanto, su autopromoción— al alcance de millones de profesionales fuera de la Isla. Especial fuente de reproducción propagandística, puesto que de manera ingenua es común considerar a la comunidad médica internacional al margen de partidismos, dado el objeto de su humanitaria labor.

Mediante la fórmula de consultas en línea en diferentes formatos, incluidos los e-books, mataron dos pájaros de un tiro, como dice el refrán; es decir, solucionaron el insalvable problema de situar las revistas médicas cubanas en el exterior y recuperar para uso propio la producción científica extranjera, inalcanzable para Cuba, en formatos tradicionales. Por supuesto, sirviendo de censores sobre qué deben o no consultar los profesionales cubanos.