www.cubaencuentro.com Martes, 24 de febrero de 2004

 
  Parte 3/4
 
¿Adónde vuelan las cigüeñas?
Suicidios, abortos, pésima calidad de vida y parasitismo crónico. La manipulación de los indicadores de salud en Cuba.
por MIGUEL A. GARCíA PUñALES, Madrid
 

Se encontraba, según sus indicadores, a punto de lograr lo que en economía se denomina "despegue". Por tanto, comparar el país con grupos que siempre estuvieron muy por debajo, es como comenzar una carrera de relevos con una pista de ventaja.

Desde el mismo inicio del actual gobierno se empezaron a establecer estados comparativos manipulados. Se escogieron indicadores que permitieran justificar los "logros", con el consiguiente progreso paulatino de la penetración cubana en los organismos especializados del sistema de Naciones Unidas, que reaccionan según la participación y "logros" de los países miembros.

En esto ayudó no sólo la gran capacidad mediática de la propaganda castrista, sino también y con mucho, el gran desconocimiento que sobre la Cuba real se tenía —y se tiene— en gran parte del mundo. Sin referirnos ya a las dadivosas concesiones de becas y al lucrativo tráfico de influencias políticas a largo plazo.

Por eso, al establecer estados comparativos contra indicadores seleccionados, da la impresión de un salto que realmente no se ha producido. Es más, aportando sólo indicadores oficiales del Estado cubano ante organismos internacionales, es perceptible que el estado de salud de la población ha empeorado en índices relativos y en algunos casos, incluso, en sus índices absolutos.

Situemos el ejemplo de la fecundidad. En la misma medida en que disminuye nominalmente la mortalidad infantil, decrece de forma absoluta la natalidad.

Tasas de mortalidad infantil y de natalidad por quinquenios
Concepto 1970-1975 1975-1980 1980-1985 1985-1990 1990-1995
Tasa de mortalidad infantil x 1.000 nacidos vivos 38,5 22,5 17,0 12,9 11,8
Tasa de natalidad 26,7 17,2 16, 17,4 14,9

Fuente: Anuario Estadístico de CEPAL, 1996, pp. 13 y 57.

Tomemos el ejemplo de la incidencia de parasitosis en la población cubana de todas las edades. Un salubrista cubano —ya fallecido— que solía hablar con los ojos cerrados, no se cansaba de repetir en sus conferencias, allá por 1983, que "aportan mucha más salud a la población las obras de alcantarillado que varias facultades médicas juntas; facultades se han hecho muchas, pero alcantarillados…".

Nuestra población, con un porcentaje relativamente alto de ciudadanía urbana desde mucho antes de 1959, incrementó ese índice, agravado por el crecimiento demográfico y el insuficiente y casi nulo crecimiento habitacional y de obras de urbanización. Eso ha traído consigo, luego del crónico abandono inversionista y de la disciplina sanitaria en la colecta de desperdicios, canalización de residuales y tratamiento de las aguas, que la población cubana presentara ya en la década de los ochenta índices de parasitismo superiores al 85%. Las parasitosis de mayor incidencia eran las amebiasis (amebas) y las giardiasis (giardias).

Los datos que actualmente aparecen en las páginas estadísticas cubanas, referentes a parasitismo intestinal, son risibles y evidentemente manipulados si se tiene un conocimiento mínimo del estado de la calidad del agua potable y de la colecta de residuales, insistentemente denunciados desde fuentes independientes.

No se establecen correlaciones con los índices de infección por lestospira, relacionados con las plagas rurales y urbanas, frecuentes a pesar de que el país exporta desde la empresa estatal Labiofam grandes cantidades de productos para la desratización.

Tampoco suelen hacerse públicos los índices de algunas patologías, sobre todo las carenciales. La osteoporosis, por ejemplo, de gran incidencia entre las mujeres mayores de 40 años de edad, relacionada clínicamente con la falta de calcio en edades críticas que normalmente se obtendría con una dieta sana mediante el consumo de leche.

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