www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 1/2
 
Sarna con gusto no pica, pero mortifica
¿Índices de desempleo? Ni en las tablas oficiales, ni en los centros de estudios: en el meollo de la picaresca popular, en el hacer y el decir de los cubanos.
por JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
 

Ninguna de las grandes marcas impuestas por nosotros en las últimas décadas parece ser más absoluta, ni menos discutible que el récord de los récords. Los exhibimos de cualquier clase y para todos los gustos, bien sea en cuanto a la extensión de los discursos, cantidad de putas cultas o de mosquitos exterminados por habitante.

Lecturas
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Es algo —algo más— que debemos agradecer a nuestros jefes. Porque, a ver, ¿qué sería de estos pobres menesterosos que somos si, encima de no tener lo mínimo que teníamos que tener, y aun desprovistos del permiso para quejarnos, no tuviéramos siquiera números, ejemplares estadísticas para restregar en las narices del mundo?

Y ya que de récords se trata, tal vez el que menos trabajo nos ha costado implantar, con todo y sus trabajosos trasfondos, es el de nuestros bajos índices de desempleo.

Al margen de las cifras exactas —nada suele ser más inexacto entre nosotros—, se puede dar fe de que en esta isla quien no tenga un empleo formal con el Estado es porque no quiere. Tampoco da para ponerse a escoger ocupaciones como si fueran flores, pero lo que se dice empleo, o sea, el nombre inscrito en la nómina de un centro —digamos— de trabajo y con derecho a —digamos— un salario fijo, es cosa que siempre tenemos a la mano.

Tal vez por eso se van con la de trapo los expertos que, con el mejor de sus deseos y dotados de las más serias y científicas convenciones, pretenden cogerle las cosquillas a nuestro —digamos— desarrollo económico a partir del análisis comparativo de tasas de empleo y de otros índices publicados por las instituciones que tienen —digamos— acceso a las cifras exactas que procesa el gobierno.

A la verdad, más les valiera —aun cuando menos académico sea— incluir entre sus objetivos de examen el rasgo no cuantificable pero revelador, único, que define realmente las leyes de empleo y subempleo dentro de esta isla.

Claro, se trata de un índice que no podrían encontrar en las tablas oficiales, ni en los informes de los centros internacionales de estudios socio-económicos, sino en el meollo de la picaresca popular, en el hacer y el decir de nuestra gente, comprendidos ante todo los cuatro millones de trabajadores que conforman la población laboralmente activa, la cual está hoy —digamos— empleada en el sector estatal a razón de un aplastante promedio de 80 por cada cien.

Sin ir más lejos y para entrar de lleno en el quid de la cuestión, a esos expertos no les vendría mal prestarle orejas a la guaracha que Pedro Luis Ferrer, auténtico reflejo del hacer y el decir nuestros, dedica al tema del trabajo y los trabajadores: "Ellos hacen como si fuera cierto,/ ellos hacen como si hubiera ganas,/ ellos hacen como si un gran esfuerzo,/ ellos hacen como si trabajaran./ Ellos hacen como si trabajaran,/ y el Estado, como si les pagara".

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