www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 1/4
 
Echando cerrojos
Presión fiscal, hostilidad y blindaje contra el sector privado. Claves de la actual devastación económica de Cuba.
por ENRIQUE COLLAZO, Madrid
 

El principal reproche que economistas de todas las orientaciones ideológicas le han hecho al régimen de Castro, desde que a partir de 1993 se viera obligado a aprobar ciertas medidas en la dirección del mercado, es que la amplitud y el calado de las mismas resultan insuficientes para superar la violenta contracción del 35% del PIB sufrida en el período 1989-1993.

La Habana
Mercado estatal: desabastecimiento, incompetencia e inflación.

De ahí que aquellas medidas liberalizadoras se consideren más como una alternativa elaborada para sobrevivir en una difícil coyuntura, que como una modificación de la política económica que ha implementado el poder cubano desde 1960.

Una de las premisas que profundizarían el alcance de la reestructuración económica es la potenciación de su mercado interno, de modo que el incremento de la demanda efectiva interna tenga un impacto positivo sobre la economía en su conjunto. Es obvio que una economía como la cubana, con un alto grado de exposición a los factores externos, si se plantea modificar su estructura y rescatar del pozo en que se encuentra el nivel de vida de la población, debe potenciar sus ingresos por concepto de exportaciones de bienes y servicios. De manera simultánea, tendrían que estimularse los niveles de consumo personal, para que este factor se convierta en un agente dinamizador del mercado doméstico.

En la última década, en el capítulo de las exportaciones, el turismo ha desplazado claramente al azúcar como principal fuente de ingresos en divisas para la maltrecha economía cubana. Junto con aquel han crecido la minería, la industria tabacalera y algunos sectores no tradicionales. Sin embargo, las importaciones han crecido más rápido que las exportaciones y el déficit comercial de bienes se multiplicó cuatro veces entre 1994 y 2001.

De acuerdo con el economista cubano Juan Triana, estos resultados confirman la escasa fuerza del sector externo cubano que tras 10 años de transformaciones no ha sido capaz de reintegrarse eficazmente al mercado mundial. Por otra parte, estudiosos de la economía cubana no vaticinan un repunte significativo de las exportaciones de bienes y servicios que permitan mitigar el déficit, acelerar el crecimiento y, por consiguiente, coadyuvar al desarrollo.

El otro factor capaz de estimular la reanimación del mercado interno sería la inversión extranjera directa (IED), la cual creció a partir de 1994, a tenor con la aprobación de la Ley de la Inversión Extranjera. No obstante, su ritmo de crecimiento ha disminuido en los últimos años sin haber logrado desempeñar un papel significativo en la recuperación económica del país. Probablemente tal retraimiento se deba a que la IED sólo tiende a desplazarse hacia aquellos rubros con posibilidades reales de generar divisas, o sea, internacionalmente transables y con cierto nivel de competitividad. Tal comportamiento de la IED expresa una apreciable diferencia con respecto a otros países, en los cuales, además de orientarse hacia las variables externas, se interesa también por el acceso a los mercados internos.

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