www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 1/2
 
Ficciones
Medidas de Bush, contramedidas de Castro: Un viaje hacia ninguna parte.
por ORIOL PUERTAS, La Habana
 

El poder se sostiene en las ficciones. El Estado es una máquina de hacer creer. Ambas ideas son del escritor argentino Ricardo Piglia. Bueno es recordarlas, a propósito de los tiempos que corren, especialmente dentro de la Isla. Y sobre todo ahora, cuando a raíz del anuncio hecho por Washington de las nuevas medidas —esencialmente de tipo económicas—, el régimen quiere vender la imagen del cordero blanco herido.

Cupet
Cierre de tiendas: ¿respuesta a Bush o castigo al cubano de a pie?

Puede que crezca por doquier la legión de confundidos. No es descabellado avizorar un repunte de las actividades de apoyo a La Habana por parte de las múltiples organizaciones y clubes de apoyo que en el mundo claman no sólo por el levantamiento del embargo, sino por el reacomodo del castrismo en la escena política global. Ya se sabe: ningún decálogo dice que a un viejo amor se le deba condenar por senil, mucho menos cuando sus posibles amantes le dan la espalda.

No importa que ya se cumpla un año del marzo atroz que envió a la cárcel a Raúl Rivero y casi 80 cubanos más. ¿Delito? Intentar expresar libremente sus ideas, lo cual para el castrismo es hacerle el juego al imperio. No importa que casi unánimemente el mundo haya condenado las arbitrariedades de la injusticia caudillesca. Otra vez se trata del antiguo tema de la supervivencia de una ilusión, más famosa ya por sus extravíos que por su altivez.

Pero si algo caracteriza los delirios del viejo jefe es su tenacidad. Quieren hacernos creer que en el centro de la diana, como principal afectado, está el pueblo cubano. Y claro que no les falta razón. De todos modos las restricciones dejarán inevitables secuelas en la mayoría. Pero en principio no serán mayores que las padecidas desde hace 45 años y el principal aliciente es que hieren al régimen donde más le duele: la entrada de la sacrosanta divisa. Lo más preocupante vuelve a ser que, en un nuevo intento por "cerrar filas", se desate otra ola represiva similar o mayor a la de 2003.

Por lo pronto, ya se anuncian alzas en los precios de diversos artículos, varios de ellos de primera necesidad, en la red de tiendas recaudadoras de dólares. Es el momento entonces de lanzar algunas preguntas: ¿Y antes de las medidas, por qué la inmensa mayoría de esos productos ya tenían un valor ficticio, mucho más alto que su precio real o de costo? ¿Venía también del Norte la voluntad de "multarnos"?

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