www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 1/2
 
Ladrido contra la luna
¿Efecto sin causa? Según la prensa oficial, no son las precarias condiciones socioeconómicas las que impulsan el delito y la prostitución en la Isla.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Casi junto con aquellos ya viejos resplandores de 1959, la autoridad, la sociología y los medios todos en Cuba han atribuido los elevados índices de delincuencia y prostitución en el sistema capitalista a "las condiciones sociales que los fermentan, que empobrecen y discriminan".

Policias
Jineterismo: ¿carencias de todo tipo o 'maldición social'?

Este ABC sociológico aprovecha una enorme cantidad de estadísticas laborales, de vivienda, salud, educación, dinámica política, prejuicios y de cultura en general, que calzan, muchas veces de manera bastante exacta, hipótesis que en otro método se diluirían en un galimatías indomable.

Así, más o menos, suele marchar todavía el discurso cuando se abordan las tragedias criollas antes de 1959, los males que aquejan a Estados Unidos o al Tercer Mundo neoliberal. Sin embargo, si se trata de la Cuba actual —de prostitución y marginalidad por ejemplo— lo que parecía un ABC ya no sirve. Como si los isleños estuviéramos confeccionados con otra pasta, no son las precarias condiciones socioeconómicas las que impulsan y rigen, en la mayoría de los infractores, el delito y el jineterismo. Veamos que dijo recientemente un comentarista del diario oficialista Granma.

"La marginalidad —estar excluido—, más que un efecto de carencias materiales o de preterición social, ha venido siendo una opción moral —una autoexclusión". ¿Y dónde están todas aquellas herramientas que proveía la sociología marxista? Al parecer ya no son útiles porque ahora el tema no es el afroamericano apaleado ni la neoyorquina que oferta sus gracias corporales en plena calle. Ahora se trata de cubanos, en larga medida negros y mulatos, según se colige del comentario.

Mientras en un diario como Granma habitualmente se detallan con los colores más subidos las manquedades del capitalismo, nuestro periodista afirma que "no acepta que cualquier error, deficiencia, injusticia o escasez puedan justificar a cuantos han decidido exhibir la falta de decoro como un oficio válido". Entiéndase jineterismo o los que "se han adscrito a la oscuridad delictiva". Una regla de oro de la sociología, a la que antes se le rendía pleitesía, ahora la vemos resbalarse entre los dedos.

Los delincuentes y las prostitutas no aparecen entonces como consecuencia de un cúmulo de gravámenes sociales que determinan una forma de enfrentar la realidad y de comportarse. Nuestro periodista aduce, sin que su rostro se sonroje, que estos cubanos "son víctimas de una maldición social". Como para caerse de espaldas. Pero peor aun que esta maldición es cuando en la intimidad de la familia "a la muchacha jinetera" se le considera una "luchadora".

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