www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 1/2
 
Lecturas entre líneas
Por mucho que la censura se esmere, los conflictos sociales se escurren en la prensa oficial en forma de deslices.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

En las últimas semanas la prensa cubana ha dado cuenta de varios temas "olvidados", pero que interesan a la población. Incursiones invariablemente sesgadas, al menos refieren escarceos, relámpagos, flashes de la realidad nacional. Aunque su meta sea distinta, los textos sirven para recordar —al que todavía busca respuesta en el periódico a los conflictos de su existencia— que los cubanos viven en este mundo y no entre los vidrios asépticos de una redoma de laboratorio.

Suicidios
Gráfico de la OMS sobre suicidio en Cuba: lo que 'Granma' no publicó.

Arria de los acontecimientos, incapaz de vaticinio si este roza sus algodones contra la idea del Partido, escamoteador cuando no esconde u otorga, los números de Granma y sus colegas van a dar directamente de la mano del vendedor al baño de la casa, y no por falta de papel higiénico. Pareciera ataque de deslenguado pero es, sencillamente, la verdad. Quizá para demorar un poco el viaje hacia el water closet se publican, con frecuencia harto desmejorada, asuntos de algún interés.

Hay temas que por su aparente despolitización o universalidad pueden recibir la orden de pase, aunque serán tratados, previa advertencia, con sumo cuidado. Por cierto que en la emisora Radio Habana Cuba existió hasta hace poco, y quizá se mantenga, un teléfono de color blanco (llamado "magneto" en algunos sitios), el único allí de ese tinte. Resultaba curioso porque para que funcionara había que darle cuerda sujetando una suerte de palanquita. Era muy similar a los que a menudo se veían en las películas soviéticas de la II Guerra Mundial.

El teléfono estaba conectado al Comité Central del Partido. Por allí debían arribar "sugerencias" en torno a lo que había que informar y cómo, tanto del acontecer doméstico como foráneo. Pero sobre todo por allí arribaba la directiva tajante para sacar del aire determinada información. Cuando sonaba todos corrían. El mecanismo en esencia continúa, tal vez mediante aparatos más modernos.

En las últimas semanas, en fin, la divulgación de ciertos vericuetos de la vida nacional logró el visto bueno del poder. Recientemente, el semanario Juventud Rebelde dio a la luz una serie de trabajos sobre la violencia intrafamiliar en Cuba, un problema que desgarra a miles de hogares. Desde el primer texto quedó clara la nula atención que se le ha prestado al dilema y la total ignorancia que señorea al respecto.

Entrevistada por el rotativo, Marlén Díaz Tenorio, experta del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociales, admitió "la inexistencia de estudios acerca del fenómeno", "invisible desde las políticas sociales", lo cual deriva en la imposibilidad de "determinar su extensión o magnitud dentro de la sociedad cubana, y mucho menos compararla con otros pueblos".

¿Tal vacío hubiera sido posible de existir prensa independiente y universidades autónomas, para citar sólo dos parcelas inquietas de la sociedad? Pregunta semejante se la puede proponer —y la propone— cualquier hijo de vecino. Así, ciertos puntos de la realidad están cubiertos de limo, ese que no deja pasar sin resbalón. De ahí el temor del régimen a abrir la puerta. ¿Y quién es el responsable de tan notorias deficiencias?: el Partido, que en Cuba todo lo controla, con su cúspide en Fidel Castro.

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