www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 1/3
 
Castigos familiares
El caso de Hilda Molina y el de los hijos del matrimonio Saborit-Argüelles ratifican la perversidad del castrismo en la división de la familia cubana.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami
 

En La Habana, la doctora Hilda Molina desata una crisis diplomática entre Cuba y Argentina por la negativa de Fidel Castro a dejarla viajar a Buenos Aires para conocer a sus nietos y ver a su único hijo, después de10 años de separación.

Niños
Ivana y Yancarlos, hijos de Liuver Saborit y Mayda Argüelles, retenidos en Cuba.

En Praga, Liuver Saborit y Mayda Argüelles protestan frente a la Embajada de Cuba, exigiendo la salida de la Isla de sus hijos, de nueve y dos años, y amenazan con una huelga de hambre si el gobierno no pone fin a 17 meses de separación.

En Miami, a José Cohen sólo le resta esperar un milagro que le permita reunirse con su esposa y sus tres hijos, a quienes no ve desde que abandonó Cuba en balsa, hace más de una década.

Todos ellos ponen rostros actuales al drama que ha devastado a miles de familias durante casi medio siglo de gobierno de Castro. Artistas de la talla de Celia Cruz y Paquito D'Rivera lo padecieron en carne propia en los sesenta y setenta. A La Guarachera de Cuba, el régimen le impidió viajar a la Isla para asistir al entierro de su madre y el famoso saxofonista estuvo separado durante casi nueve años de su entonces esposa y de su hijo.

Por esa época, muchos padres perdieron la patria potestad de sus hijos cuando emigraron. La inexistencia o restricción de vuelos desde Estados Unidos y las dificultades en la comunicación telefónica, acrecentaban la distancia entre los emigrados y sus familias en Cuba. Los contactos con familiares en el exterior estuvieron restringidos para miembros de organizaciones políticas y de masas —esto es, para la inmensa mayoría de los cubanos— hasta la década de 1990.

Temerosos, cientos de cubanos sufren todavía en silencio, mientras les pasa el tiempo sin ver a sus hijos crecer, sin conocer a sus nietos, sin poder acompañar a sus padres en los días postreros.

Mordaza eficaz

El gobierno cubano esgrime la separación familiar como espada de Damocles sobre quienes ya no le son leales, en forma de prohibición de regresar a la Isla o de impedir que familiares de desertores se reúnan con ellos en el extranjero. Es una mordaza muy eficaz: fuera de Cuba, muchos eluden pronunciarse contra el régimen.

Irónicamente, tras su intensa campaña publicitaria en 2000 a favor del retorno del niño náufrago Elián González con su padre en Cuba, la tradicional política del gobierno de castigar a las familias ha quedado al descubierto.

El caso conmovió a la opinión pública internacional y desencadenó consecuencias que el gobierno de Fidel Castro no pudo calibrar entonces: amparados en los argumentos a favor de la reunificación de Elián con su padre, otros cubanos reclaman el derecho a estar con sus seres queridos.

En el sitio http://es.geocities.com/liuver, Saborit y Argüelles trazan un paralelo entre su situación y la de Elián, y recuerdan que el padre del niño náufrago recibió apoyo internacional para recuperar a su hijo. La pareja de asilados políticos apeló a la ONU y al gobierno checo, pero sólo tras la protesta frente a la embajada en Praga, las autoridades cubanas dieron señales de que permitirán la salida de los menores.

"Les dijeron a mis padres que las cosas estarían listas para que puedan viajar después del 25 de diciembre, pero hasta que no lo veamos no lo creemos", dijo Argüelles a Encuentro en la Red. "Hemos sufrido mucho, teníamos todo para viajar juntos, pero ellos (en Cuba) tienen una ley absurda, de que los niños no pueden viajar con los padres temporalmente".

Cuando los abuelos maternos volvieron a gestionar la salida de los menores, "temimos que armaran una historia de abandono, porque les dijeron que había que investigar a través del CDR cómo éramos como padres, y nuestras relaciones con la presidenta del Comité eran pésimas", agregó.

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