Tal vez no quepa decir que se la han puesto en China al régimen, porque hoy día ponérsela en China equivale a inflarle el globo de una ilusión, irrealizable pero ilusión al fin. Y con su última iniciativa, nuestra disidencia interna parece estar dispuesta no a inflar, sino a reventar los globitos que soplan tanto el régimen como sus aliados tácitos del exterior.

Líderes de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil convocan su Reunión Nacional.

Se trata, claro, de la convocatoria a una Reunión Nacional (de disidentes) en La Habana, que acaba de lanzar la organización Asamblea para Promover la Sociedad Civil, y cuyo anuncio, por sí solo, atiza de la mejor manera el debate en torno al denominado "gesto de buena voluntad" —emprendido por el régimen—, con el otorgamiento de licencias extrapenales a siete de los varios cientos de inocentes que mantiene en prisión sólo por haber dicho diego donde él dijo digo.

Ahora, ante la perspectiva de un pacífico y civilizado congreso de opositores —el primero que verían los ojos de quienes nacimos aquí a lo largo de los últimos cincuenta años—, el régimen tendrá ocasión de demostrar ante los buenos oficios de la Unión Europea que en verdad está tomando en serio sus consejos acerca de la necesidad de emprender cambios a favor de la democratización y el respeto a los derechos humanos.

Si es permitida la celebración pública de este congreso, no hay la menor duda de que constituiría el principio del fin para el sistema totalitario en la Isla. Y si no se celebra, por prohibición expresa, entonces quedará en entredicho la autenticidad de los "gestos" del régimen, al tiempo que sus aliados tácitos de afuera se las van a ver negras para seguir abogando a su favor, desde la presunta posición de quien desea "lo mejor" para el pueblo cubano. Se acerca, ni más ni menos, la hora de los mameyes.

La Asamblea para Promover la Sociedad Civil, que reúne a 343 agrupaciones disidentes, divulgó ya que se han propuesto celebrar esta reunión el próximo 20 de mayo, con una cifra estimada en 400 participantes entre delegados e invitados. Dijo, además, que ha cursado invitaciones a otras organizaciones opositoras de aquí e incluso a personalidades políticas del exterior, y que el objetivo fundamental del evento será definir las bases para una transición política en el país.

Aún faltan cinco meses para mayo. Así es que, de momento, no nos queda sino tirar los caracoles, preguntándole al techo cuál será la reacción del régimen. Lo más posible es que por toda respuesta escuchemos la sesuda sentencia de los orishas: "Lo que se sabe no se pregunta".

No obstante, la mesa está servida. Y sea cual fuere el resultado de esta oportuna iniciativa de la disidencia interna, hay algo que nos ratifica, de una vez y por todas: la oposición en la Isla, lejos de estar constituida por un grupo de apátridas, contratado o engatusado por potencias extranjeras, es un movimiento auténtico, nutrido, organizado, resuelto y capaz de llegar lejos con pasos propios, que recibe con gusto la solidaridad y la ayuda de quienes, desde el exterior, desean verdaderamente lo mejor para nosotros; pero que a la vez ha resuelto disolver por su cuenta —que es la cuenta de todos los cubanos, donde quiera que estén— la pesadilla que desde hace casi medio siglo nos mantiene virados al revés.