www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 1/2
 
Envidia de Estado
El perro del hortelano: Incapaz de asumir el control de la economía, el gobierno arrincona al sector privado en la Isla, lo que significa arrinconar a los cubanos.
por MANUEL CUESTA MORúA, La Habana
 

Algunos pensadores franceses vienen desarrollando la idea de que la envidia es algo así como el motor impulsor de las sociedades. Simplificando sus teorías, y sin tener que estar de acuerdo con ellas, podría decirse que los humanos sólo progresamos porque vemos a alguien que nos lleva la delantera en lo que se refiere a estatus social, económico, político, intelectual o cultural. Según formación y gustos, claro está.

Punto privado de venta de alimentos
Punto privado de venta de alimentos: ¿Nocivo para quién?

Esta es una teoría que, desde la psicología, se emparenta con la del egoísmo —más antropológica— teorizada por los sajones y según la cual sólo nuestras necesidades, no la de los otros, nos proyectan hacia nuevas metas y satisfacen de paso las necesidades de esos otros.

Lo singular en ambos puntos de vista es que se centran en el individuo, no en los grupos y mucho menos en los Estados, el grupo de grupos.

Básicamente, los Estados se organizan para corregir la envidia en la sociedad y el egoísmo de los individuos. Sea mediante la redistribución de la riqueza o la educación de nuestras pulsiones fraternas, los gobiernos utilizan los mecanismos del Estado para reducir la una y desbastar el filo cortante del otro.

Un Estado que envidie a la sociedad, siendo más egoísta que sus individuos, es una contradicción en los términos. O debería serlo. Pero no es el caso.

Desde hace unas semanas, al menos en la capital, todos los propietarios de cafeterías particulares que vendían sus comidas y refrigerios en lugares públicos arrendados al Estado tuvieron que retirarse a sus casas y desde allí, si quieren, podrán continuar con su capitalismo al por menor y en miniatura. A partir de ahora esos lugares públicos pasan a manos del gobierno y serán utilizados, según rumores oficiosos, para construir casas u otros inmuebles de beneficio popular.

Cierto es que algunas de los "complejos alimenticios privados" se encontraban en solares donde anteriormente había edificios de vivienda o de uso burocrático, derrumbados por el martilleo de dos o tres ciclones y la desatención de las autoridades correspondientes. Uno de estos complejos se situaba en la calle Reina, entre San Nicolás y Manrique, y el otro en Zanja, entre Gervasio y Belascoaín, ambos en el municipio Centro Habana, en La Habana.

El pretexto en estos casos se parece a la verdad posible. Quizá comience allí dentro de algún tiempo el movimiento de tierras correspondiente, para iniciar así el programa anunciado. Donde el pretexto es exactamente eso: un pretexto que enmascara el subconsciente estatal, es cuando uno ve que lo mismo sucedió en otros lugares públicos en los que no había edificaciones ni pudo por tanto haber derrumbes. Estos son lugares públicos en sentido estricto: de uso abierto y común, como lo puede ser el aire.

Menciono tres de estos lugares, públicos por excelencia: la zona frente al Instituto Politécnico Superior José Antonio Echeverría, conocido por las siglas de CUJAE; la zona frente al Hospital Militar Naval, al sur de la Ciudad Camilo Cienfuegos, tradicionalmente conocida como Habana del Este, y la que se localiza en la Zona 6 del reparto Alamar, que probablemente muchos no conozcan pero que es muy familiar e importante para los que habitan esa parte de la ciudad-dormitorio, como también se le llama a ese enclave habitacional.

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