www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 2/2
 
Peligro, se desmorona La Habana
Los intentos de producir viviendas sólo desde el Estado, no sólo no han resuelto el déficit existente antes de 1959, sino que lo han empeorado.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana
 

Posteriormente se adquirieron los materiales para la reparación, pero la penuria y la deteriorada moral que predomina en Cuba hizo que una buena parte de esos materiales tomaran un rumbo "desconocido". Por último, hace aproximadamente un año se anunció la esperada reparación que aún no se ha iniciado. Ante tan larga espera, la gastada escalera lanzó su último grito.

A la pregunta de qué había hecho la delegada del Poder Popular para resolver esa crítica situación, una de las ocupantes del inmueble, de forma enardecida y haciendo caso omiso de la consigna "El Poder Popular, ese si es poder", explicó que había hecho todo lo que podía: "¡Ella es la que más lucha!, pero no tiene potestad y eso se lo digo yo a cualquiera que venga aquí".

A las 12 horas del día siguiente, el jueves 30, los técnicos de arquitectura no habían aparecido y las desesperadas gestiones de la delegada del Poder Popular —también habitante del edificio— continuaban sin respuestas. En ese momento, y con justificada indignación, un grupo de ocupantes se dirigía por cuenta propia a la dirección municipal del Poder Popular de Centro Habana para reclamar una solución.

Una reflexión sobre lo acaecido demuestra, de un lado: crecimiento poblacional, envejecimiento del fondo, falta de mantenimiento, derrumbes y bajo ritmo de construcciones; de otro: control absoluto del Estado que impide a los ciudadanos participar como sujetos en las posibles soluciones. Pero, sobre todo, evidencia el desgaste y la manifiesta incapacidad del Estado para enfrentar tan crítica situación.

Los intentos de producir viviendas sólo desde el Estado, durante casi medio siglo, no sólo no han resuelto el déficit existente antes de 1959, sino que lo han empeorado, hasta convertir este problema en una tragedia. La experiencia histórica, nacional y foránea ha demostrado que sin la participación activa de la ciudadanía y de la sociedad civil es imposible encontrar una solución definitiva. La disyuntiva se presenta así: o el Estado lo promueve todo y liquida las potencialidades de los cubanos, o les permite hacer uso de sus derechos para participar activamente en la solución.

Al gobierno cubano, que ha sido más eficiente en la redistribución que en la producción, no le queda otra opción que enfrentar la solución por la única vía posible y probada: propiciar, entre otras cosas, la existencia de un mercado de materiales de construcción a precios asequibles para el ciudadano medio, y permitir las libertades y los derechos correspondientes para la participación de los ciudadanos como propietarios, inversionistas y dueños de pequeñas empresas de edificación y producción de materiales para la construcción.

Medidas que podían brindarle un carácter concreto y humano a la altisonante "batalla de ideas" en la solución o alivio de tanta penuria. De lo contrario, el acelerado desmoronamiento conducirá inexorablemente a la desaparición de nuestra querida Habana.

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