AFP/ Washington. La ola de represión del gobierno cubano contra la disidencia dificultará la defensa del fin del embargo comercial de Estados Unidos a la Isla, dijeron a la AFP analistas.

Algunos expertos subrayaron que la represión es la respuesta de Fidel Castro a la creciente provocación del jefe de la Sección de Intereses estadounidense en La Habana, James Cason, y cuestionaron la política del gobierno de George W. Bush hacia el gobierno cubano.

El arresto y pedido de duras condenas para 78 disidentes cubanos "al menos a corto y mediano plazo tendrá un efecto negativo en la habilidad de avanzar la relación bilateral a través del alivio del embargo", estimó Brian Alexander, director de la Fundación de la Política hacia Cuba, una organización con sede en Washington que defiende el fin de las restricciones.

Por otra parte "este es el peor momento posible para que (Castro) lleve a cabo estas acciones", agregó Alexander. "El clima para un cambio en la política hacia Cuba es más fuerte que nunca (…) Y el mensaje de Castro a quienes trabajan para mejorar las relaciones con la Isla es abofetearles", dijo.

"Para los que promueven una apertura de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en el Congreso estos arrestos dificultarán la tarea", sobre todo a corto plazo, coincidió Daniel Erikson, director del programa sobre Cuba del Diálogo Interamericano.

Sin embargo, Julia E. Sweig, experta en Cuba del Consejo de Relaciones Exteriores, sostuvo que los opositores al embargo "usarán la represión como un argumento para reforzar su posición de que la mejor manera de promover una apertura (en la Isla) es con una relación abierta y no provocadora".

Desde que asumió su cargo en septiembre pasado, Cason abrió las puertas de la Sección de Intereses y de su residencia a la disidencia cubana. También se reunió con disidentes en varios lugares del país. Castro le calificó de "guapetón con inmunidad diplomática".

"El grupo de gente encargada de la política (estadounidense) hacia Cuba está comprometido ideológicamente con poner fin al régimen, y creo que nada les gustaría más que ver cómo se evaporan hasta las relaciones de cooperación más nimias", estimó Sweig.

Castro respondió "enviando el mensaje a los estadounidenses de que 'si nos refriegan en la cara que están ayudando a organizar a estos disidentes, los tendremos que reprimir, pero si retroceden un poquito les dejaremos operar'", opinó Sweig.

Según Erikson, ambos gobiernos están interesados en aumentar las hostilidades, Estados Unidos por consumo político doméstico, para satisfacer a sectores de la comunidad cubana en Miami, y Castro por temor a perder poder.

"Cuba tiene un acercamiento tipo Dr. Jekyll y Mr. Hyde hacia Estados Unidos: por un lado busca desesperadamente la visita de turistas estadounidenses, y la llegada de inversores estadounidenses sería como enviada del cielo; por otro lado (el fin del embargo) sería una amenaza real al control que el gobierno tiene de la Isla", afirmó Erikson.