Cartas
www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003 www.cubaencuentro.com

Acabo de leer la carta de Efraín (cubano residente en Paris) y, por consiguiente, leí el artículo Los Voluntarios. Aunque está lejos de Cuba, Efraín mantiene los pies en el verde caimán, y eso me parece ideal, pues uno puede comparar si olvida las realidades del día a día cubano.

La manera en que el sistema de represión cubano funciona sólo lo podemos entender quienes lo hemos vivido. Es totalmente solapado y asunto de gota a gota. El gobierno es dueño de los medios de difusión, las armas y, de alguna manera, de la forma de pensar de un gran número de personas que nacimos, crecimos y aprendimos a ver la vida desde el perfil que nos enseñaron. Nos hacen creer que el mundo está patas arriba y que Cuba, a pesar de la escasez, es tranquila y segura. El noticiero muestra la violencia en Colombia, la campaña electoral brasileña, donde gana el que promete que todos los brasileños desayunarán, almorzarán y comerán todos los días; de Estados Unidos, los niños matando adolescentes en las universidades y todo lo malo que se les ocurra; de lo nuestro, sólo lo que les parece: el cumplimiento de los planes de producción, etc. ¿De veras creen que se habla de Payá, Vladimiro Roca o del Proyecto Varela? ¿O que se menciona los últimos desalojos de las casas construidas sin permiso? De eso no se habla porque forma parte del bien creado sistema.

Los que desfilan, no firman y tratan de vivir la vida del único modo que conocen, no son traidores, son cubanos como nosotros, la diferencia es que no tienen o no conocen otra salida. Salir de Cuba es muy difícil, tumbar a Fidel Castro es más difícil aún y la gente tiene necesidad de vivir ahí dentro. Si eres profesional y no asistes a los desfiles o a lo que se les ocurra, no te matan, no te hacen un mitin público, pero no cuentan contigo para nada, eso significa cero superación, cero viajes y con esto último se esfuman las posibilidades de poder traer dólares y mejorar tu casa, o, por otro lado, abandonar el país.

Son pocos los que siguen creyendo de verdad en el sistema, pero son muchos los que no tienen otra alternativa. Somos un pueblo de lucha, que nunca aguantó el yugo, que perdió a muchos hijos valerosos en las guerras de liberación. Me hierve la sangre cuando alguien dice que somos carneros, muchos nos hemos ido y, por tanto, de alguna manera hemos resuelto nuestro problema, no se puede hacer leña del árbol caído. Los que están allá luchan con la cotidianidad, el tedio, la desesperanza de no tener sueños ni proyectos de futuro. He visto un reportaje sobre la inmigración en Uruguay y alguien que entrevistaron dijo: "No sólo perdemos los jóvenes, los profesionales, perdemos la gente innovadora, con espíritu aventurero, esos son los que forman parte importante del desarrollo de un país".

Saludos desde Puerto Rico,

Katia Estévez

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