Cartas
www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004 www.cubaencuentro.com

Leer el artículo La política del silencio me motiva varias reflexiones. No sé por qué le preocupa al autor que los músicos cubanos no puedan viajar a Estados Unidos. ¿No sería más justo que nos preguntáramos por qué ninguno de esos cantantes ha dicho media palabra sobre la naturaleza del régimen en el que mal vivimos?

Debo haber leído aproximadamente unas 20 ó 30 entrevistas con Carlos Varela, a quien se cita en el artículo. Caramba, en ninguna de ellas le he escuchado una sola mención a la necesidad de que en nuestra atribulada nación por fin reine la libertad de expresión, aunque sea semejante a la que le permite a Alejandro Armengol publicar artículos críticos sobre el gobierno de Bush en cualquier punto del universo sin temor a la cárcel.

Y para colmo, de ser autor de temas considerados "contestatarios" en los años noventa, Varela ha venido a figurar en los últimos tiempos en delegaciones artísticas oficiales que viajan a Caracas a cantarle a Hugo Chávez. No sé qué le ha sucedido, francamente. ¿Y el autor del artículo quiere oír a Silvio en Miami? Pues va a tener que esperar un poco porque le tengo una mala noticia: el cantautor está demasiado ocupado con su escaño en el "Parlamento" cubano, dándole el sí a leyes represoras y apuntaladoras del régimen.

Nos pasamos la vida criticando a Martín Heidegger por filonazi, a Ezra Pound por profascista, a Gorki por estalinista, a Sartre por coquetear con los soviets, a Brecht por justificar el gulag, a Mañach por burgués, a Octavio Paz por priísta, en fin.

Ahora tenemos la real posibilidad de señalar con el dedo a aquellos (músicos, escritores, científicos, deportistas…) que parecen interesarse muy poco por la situación dentro de su propio país y luego van a llorar en las tribunas porque el gobierno imperialista yanqui, explotador de los pueblos, no les concedió visa. ¿Por qué? ¿Es que aquella actitud cívica de la que tanto nos hablaron vale sólo para que la cumplan algunos corajudos como Raúl Rivero, Martha Beatriz o Vladimiro Roca, y no el resto de esa masa de intelectuales que ahora calla?

El autor considera que Bush se equivoca, que su gestión es "un atajo de inconsecuencias". Si la mayoría de los norteamericanos concuerda con él, en noviembre le cavarán su tumba. En cambio, en la Cuba nuestra no hay manera de tumbar del caballo al Jinete en Jefe. Mucho menos si aquellos que deben comenzar a hablar claro prefieren seguirle el juego dejándose comprar. Y callando. Lo cual podría resultar más cómodo si no fuera porque el futuro ya está más cerca.

Creo que Armengol se equivocó de censor. Pero lo felicito. Ha escrito la mejor apología del otro silencio, el que ejercitan muchos aquí dentro: el del pesca'o en nevera.

Michael Sarmiento,
La Habana

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