Cartas
www.cubaencuentro.com Lunes, 05 de abril de 2004 www.cubaencuentro.com

Cuando imaginábamos que habíamos visto canalladas suficientes contra los presos políticos de la ola represiva del año pasado, la dictadura vuelve a innovar, superándose. Mandar policías (disfrazados de periodistas) a las casas de las esposas abandonadas doblemente, por estar sus esposos involuntariamente ausentes —presos— y por cumplir sus injustas penas en cárceles distantes de sus hogares.

Se presentaron diciendo que serían entrevistadas por la TV cubana, con la verdadera intención de grabarles largas entrevistas de preguntas cruzadas para luego editarlas palabra por palabra, de manera que expresaran lo que a la dictadura le convenía ante la prensa internacional y la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra.

Esa es la lección que el gobierno reserva a los que estiman que todavía hay algo que negociar con él. Si hasta ahora para algunos había alguna luz al final del túnel en el camino del entendimiento con la dictadura —como imagino que pasó por la mente de las esposas de los presos al ver "reporteros de la TV" en sus casas para pedirles sus opiniones—, este episodio demuestra que ese camino conduce a la manipulación grosera de la buena fe de los luchadores (y sus esposas) y que esa vía no llevará jamás a la Isla por la senda democrática.

Jorge Hernández Fonseca

Referencias
La Habana niega que maltrate a los disidentes presos
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Todos los días me es obligatorio visitar Encuentro en la Red. Se ha convertido en una obligación. Ustedes han sabido balancear muy bien las informaciones y darnos con efectividad y rapidez lo mejor de los acontecimientos relacionados con nuestra patria. Gracias por el papel tan importante y valioso que prestan hoy para con la patria. Les animo a seguir adelante, pues el objetivo se está cumpliendo. No por gusto el régimen de Fidel Castro los ha atacado tan descaradamente. ¿Cuál es la batalla de ideas de la que el régimen habla?, si tiemblan de ver al cubano en libertad y expresarse tan honesta y abiertamente como se hace en Encuentro en la Red y en muchos otros sitios hermanos.

Rafael Edgar Puente Roca,
Portland, Oregon

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Acabo de leer que Fidel Castro ha organizado unos ejercicios militares importantes o por lo menos costosos, con intervención de la Fuerza Aérea, la Marina y las FAR, en las cercanías del reparto Alamar. ¡Basta ya de bromas!, estamos ante un ejercicio político y propagandístico para consumo interno, puesto que los americanos conocen perfectamente la situación técnica y moral de las Fuerzas Armadas de Cuba tanto como la mejor manera de vitrificar todos sus centros de mando y de comunicaciones, ya sean estos fijos o móviles, y ello, en un santiamén.

¿Le interesa a La Habana unas Fuerzas Armadas adaptadas a la realidad geoestratégica de Cuba, y que la racionalización de su misión se acompañe de una mejora técnica en el marco de una profesionalización de los diferentes cuerpos? ¿Le importa que un ingeniero militar tenga que vivir con su familia en el cuarto piso de un edificio en Mantilla, sin agua y sin un mínimo de decoro a pesar de sus años de servicio y de estudios?

Los cubanos que vivimos lejos de la Isla, podemos imaginar las carcajadas que habrá provocado en Washington el anuncio de Castro de que haría esas maniobras militares. Gracias a un contexto de información "relativamente abierto", nos es permitido tener una pequeña idea de la capacidad militar de Estados Unidos. No hablemos ya de la capacidad de golpear sorpresivamente a un enemigo como Cuba, sino limitémonos a la capacidad de observar y de escuchar en directo lo que ocurre a todo lo largo de nuestro país. La guerra no es la vida que quieren los cubanos.

Luis Tornés Aguililla,
Laon, Francia

Referencias
Fuerzas Armadas cubanas anuncian ejercicios militares en La Habana
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Leí el artículo La guerra de las encuestas y no entendí ni una palabra. Salí de Cuba cuando tenía 9 meses de edad, hoy día tengo 45 años, y desde que adquirí el derecho al voto a los 18 años he votado por una política de mano dura hacia el régimen castrista.

Los únicos que cuentan en una democracia son los que votan y la gran mayoría de los cubanoamericanos, sean jóvenes o viejos, votan por una política de mano dura hacia Cuba. Ahora bien, si de verdad existe esta "mayoría" moderada o dialoguera o como lo quieran llamar, lo más lógico sería una campaña para que esa "mayoría" se registre para votar, pero esto no es algo que entusiasma, supongo que porque no creen ni una palabra de lo que hablan.

También tengo que admitir que si el presidente Bush no habla de Ana Belén Montes y la información a que tuvo acceso como espía en el Pentágono, si no habla de la visita de Fidel Castro a Irán y de las amenazas que hizo durante esa visita, entonces no quiero oír ni una palabra más de su boca mentirosa. Los mismos que plantaron minas en los puertos de Nicaragua e invadieron Panamá, no se preocupan por Cuba y después de tantos años me he cansado.

Carlton Solomon,
Miami

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Especialmente bueno me pareció el artículo España ante las urnas sobre los partidos políticos españoles. Muy bien documentado e ilustrativo. No sé que opinan en Madrid del cambio de gobierno. Desde La Habana es un poco difícil hacerse una idea en medio de tanta manipulación, pero a mi nunca me simpatizó mucho el señor Zapatero, sobre todo por una entrevista que leí, no hace mucho, donde rozaba las viejas posiciones de una izquierda centrifugada. Ahora, sobre el caballo, las cosas le comenzarán a cambiar, a matizarse. Será cosa de esperar un poco. Lo único que no esperaré jamás es que ceda en el tema cubano.

Michael Sarmiento,
La Habana

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Hace varios días leí el artículo Cuba, la izquierda y la Comisión de Derechos Humanos (I), ahora leo la carta del autor en que aclara que lamenta que haya aparecido la foto de Adolfo Pérez Esquivel como ilustración del referido artículo, después explica por qué este lamento: en realidad no vemos nada ofensivo en el artículo y por tanto que la foto de Esquivel apareciera en el mismo no es nada como para lamentarse. Además, sin dudas, y por las causas que sea, Pérez Esquivel es una de esas figuras de la izquierda latinoamericana que a pesar de violaciones cotidianas de los derechos humanos y largas condenas de cárcel invocando causas que en ningún país determinarían ni siquiera una detención, siguen justificando al régimen, lo que lógicamente le hace perder credibilidad y autoridad en cualquier otro tema que trate.

Por tanto, más allá de lo que crea el autor del artículo y de que Encuentro en la Red oyendo el parecer del mismo haya retirado su foto, Pérez Esquivel sirve perfectamente para identificar esa parte de la izquierda latinoamericana que, a pesar de todo lo que dice el artículo de Blanco y de muchas cosas más que ahí no se dicen, siguen —de forma inaudita— mostrando su identificación con el régimen de La Habana.

Carlos Hernández,
Miami

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Leer el artículo La política del silencio me motiva varias reflexiones. No sé por qué le preocupa al autor que los músicos cubanos no puedan viajar a Estados Unidos. ¿No sería más justo que nos preguntáramos por qué ninguno de esos cantantes ha dicho media palabra sobre la naturaleza del régimen en el que mal vivimos?

Debo haber leído aproximadamente unas 20 ó 30 entrevistas con Carlos Varela, a quien se cita en el artículo. Caramba, en ninguna de ellas le he escuchado una sola mención a la necesidad de que en nuestra atribulada nación por fin reine la libertad de expresión, aunque sea semejante a la que le permite a Alejandro Armengol publicar artículos críticos sobre el gobierno de Bush en cualquier punto del universo sin temor a la cárcel.

Y para colmo, de ser autor de temas considerados "contestatarios" en los años noventa, Varela ha venido a figurar en los últimos tiempos en delegaciones artísticas oficiales que viajan a Caracas a cantarle a Hugo Chávez. No sé qué le ha sucedido, francamente. ¿Y el autor del artículo quiere oír a Silvio en Miami? Pues va a tener que esperar un poco porque le tengo una mala noticia: el cantautor está demasiado ocupado con su escaño en el "Parlamento" cubano, dándole el sí a leyes represoras y apuntaladoras del régimen.

Nos pasamos la vida criticando a Martín Heidegger por filonazi, a Ezra Pound por profascista, a Gorki por estalinista, a Sartre por coquetear con los soviets, a Brecht por justificar el gulag, a Mañach por burgués, a Octavio Paz por priísta, en fin.

Ahora tenemos la real posibilidad de señalar con el dedo a aquellos (músicos, escritores, científicos, deportistas…) que parecen interesarse muy poco por la situación dentro de su propio país y luego van a llorar en las tribunas porque el gobierno imperialista yanqui, explotador de los pueblos, no les concedió visa. ¿Por qué? ¿Es que aquella actitud cívica de la que tanto nos hablaron vale sólo para que la cumplan algunos corajudos como Raúl Rivero, Martha Beatriz o Vladimiro Roca, y no el resto de esa masa de intelectuales que ahora calla?

El autor considera que Bush se equivoca, que su gestión es "un atajo de inconsecuencias". Si la mayoría de los norteamericanos concuerda con él, en noviembre le cavarán su tumba. En cambio, en la Cuba nuestra no hay manera de tumbar del caballo al Jinete en Jefe. Mucho menos si aquellos que deben comenzar a hablar claro prefieren seguirle el juego dejándose comprar. Y callando. Lo cual podría resultar más cómodo si no fuera porque el futuro ya está más cerca.

Creo que Armengol se equivocó de censor. Pero lo felicito. Ha escrito la mejor apología del otro silencio, el que ejercitan muchos aquí dentro: el del pesca'o en nevera.

Michael Sarmiento,
La Habana

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Lamento que en la primera edición de mi comentario Cuba, la izquierda y la Comisión de Derechos Humanos (I), se seleccionara la foto de Adolfo Pérez Esquivel para ilustrarlo. Tengo un gran respeto por Pérez Esquivel, a quien conozco personalmente y al que considero una persona decente y valiente, aunque honradamente equivocado en su apreciación del tema cubano. Pero si yo me equivoqué —por demasiados años— en mis apreciaciones acerca de los límites y posibilidades de aquel proceso pese a vivir en la Isla, no creo tener ningún derecho a juzgarlo y personificarlo con mi análisis. No lo hice en mi artículo. Al asociarse la foto agregada por la redacción a mi texto ése es, sin embargo, el mensaje subliminal que puede enviarse inadvertidamente al lector.

Los cubanos somos dados a polemizar, a menudo sin mesura. Yo creo cada vez más en la importancia del diálogo. Me intereso de manera creciente por entender a los demás, intercambiar, buscar verdades más allá de la mía. No me interesa —ni me siento capacitado— para pontificar ni demonizar. Intento luchar contra esa tendencia en mí y los demás. Con este artículo sólo pretendo sostener un diálogo necesario en la izquierda sobre el tema cubano. La urgencia de ese diálogo la evidenció, hace un año, la ola represiva gubernamental contra la disidencia cubana. Me interesa aportar preguntas antes que respuestas definitivas a cada interrogante. ¿Qué significa ser de izquierda hoy día? ¿Qué lugar ocupan los derechos humanos en esa definición? ¿Qué significa ser de izquierda siendo cubano o ante el tema de Cuba?

Abrir un diálogo —no una polémica caracterizada por la intolerancia— es un proceso delicado. Requiere que el que piensa distinto sepa que se respeta su dignidad y su derecho a apreciar las cosas de otra manera. Que se intenta comprender por qué piensa así antes que descartar sus argumentos a partir de descalificaciones personales. A lo último se dedica, con gran vocación y esmero, el gobierno cubano. Los que deseamos distanciarnos de esa actitud debemos cuidar lo que decimos y trasmitimos con textos e imágenes. En contenido y forma.

Quede totalmente claro que no me pasa por la mente, ni remotamente, alguna deliberada intención en este asunto por parte de la redacción de Encuentro en la Red. No es fácil sostener con limitados recursos una publicación semejante y les profeso gran respeto por su pluralismo y profesionalidad (en contenido y diseño). En medio de la vorágine cotidiana uno puede tener mejores o peores decisiones a la hora de expresar una idea o graficar un texto. Es normal y esperable. Si hago pública esta carta es porque me siento obligado a clarificar mi aprecio personal por Adolfo Pérez Esquivel más allá de nuestras actuales discrepancias respecto al tema cubano o cualquier otro. Le debo ese respeto.

Juan Antonio Blanco,
Ottawa

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Soy un ciudadano español nacido en Cuba con algunos años a las espaldas. Durante mi vida en Madrid, no pocas veces he escuchado el argumento de la supuesta poca valentía de los cubanos, refugiándose en el exilio o bajando la cabeza ante un dictador que los ha avasallado por mucho, mucho tiempo. Soy un asiduo lector de Encuentro en la Red, pues nunca me he alejado sentimentalmente del sitio en que nací. Ahora leo argumentos en esta sección de cartas sobre la supuesta poca gallardía del pueblo español al dejarse impresionar por los atentados de Atocha y demás estaciones ferroviarias. Yo creo que la respuesta más contundente a los atentados terroristas fue la que se le dio, acudiendo masivamente a las urnas. Sepan, queridos compatriotas cubanos, que España ha luchado durante mucho, mucho tiempo contra el terrorismo de ETA, y que a pesar de los más de 800 muertos víctimas de la banda terrorista, hoy por hoy España está algo mejor que nuestra querida isla. Los pueblos no son cobardes ni valientes. Si así fuera, cubanos, con nuestro dictador más longevo, seríamos el pueblo más cobarde de la tierra.

Raúl Ibarra González,
España.

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Interesante la tesis del autor de Las cosas por su nombre sobre la necesidad de catalogar cada cosa según su real condición y, de paso, llamarlas por el nombre que les corresponde. Este artículo aparentemente es parte del rechazo ante los terribles atentados perpetrados días atrás por terroristas en Madrid.

Lleva mucha razón el autor cuando su línea de razonamiento se dirige a aquellos que por conveniencias (económicas en última instancia, diría yo) utilizan un sustantivo o un adjetivo por otro, tratando de hacer su discurso agradable a tal o cual oído.

Sin embargo, no se puede obviar otra verdad tan grande como un templo: el color de las cosas depende del cristal con que se las mire. Y es que el actuar de los hombres tiene un condicionamiento histórico-social en que la componente local juega un rol decisivo. Aunque muchos creemos en una sola lógica, las variables que utilizamos en la evaluación de un hecho y la ponderación que le asociamos son tan diferentes, que los resultados que obtenemos son diametralmente opuestos. De ahí que no pueda existir una manera universal para llamar a la misma cosa por un solo nombre (ni siquiera a Dios).

Gustavo Loret de Mola

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