Cartas
www.cubaencuentro.com Lunes, 10 de mayo de 2004 www.cubaencuentro.com

Si bien los escritos de Manuel Pereira son interesantes y explican muy bien la ya extinta relación entre Cuba y Cataluña, extinta por la total desaparición de los catalanes y sus descendientes de Cuba, debería echarse al ruedo y explicar la complicidad de ciertos sectores de la sociedad catalana con el castrismo más atrabiliario y totalitario.

Ya sé que es muy bonito rememorar a Bacardí, Crusellas, Partagàs, Sarrà, Mestre, Bartés, Miro Argenté, Bartolomé Massó y tantos otros catalanes que tanto hicieron por Cuba, pero toda esa gente está muerta y sus descendientes desparramados por el exilio. Sus negocios, que para ellos era su vida, ahora son muladares repletos de marginalidad y de miseria humana. Incluso, los panteones de estas grandes familias cubanas se hallan abandonados a merced de la misma rapiña que sufrieron ellos.

Ya sé que es muy bonito hablar de "flors i violes".

Marc Sellés Batlle,
Barcelona

Referencias
Barcelona: Escatología (MANUEL PEREIRA)
Barcelona: Humo de Partagás (MP)
Barcelona: Reina en Gracia
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Leí el artículo Los hispanos en EE UU, los cubanos y los errores de Huntington y después el escrito de este académico norteamericano. Estoy de acuerdo con el 99% de las opiniones del autor, Carlos Alberto Montaner, y no hay dudas de que a Huntington sólo le faltan dos pasos para llegar a ser racista, pero en un punto Huntington llega a decir una verdad fundamental. El gran éxito económico de los cubanos en Miami se logró porque en los primeros años no podíamos enviar remesas a Cuba, a causa de lo cual pudimos invertir en nuestros negocios y educación. Ninguna comunidad de inmigrantes, sean judíos, japoneses, indios, italianos, chinos…, logró éxito a base de enviar remesas.

Carlton Solomon,
Miami

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Dos artículos intercambiables aparecen el mismo día en publicaciones diferentes. Aguas negras ensucian a Irak, en Juventud Rebelde digital (¿dónde si no?); y La hora del mercenario, en Encuentro en la Red. ¿Por qué intercambiables?, porque en esencia dicen lo mismo y una misma parece ser su intención: antinorteamericanizar. Estas coincidencias de criterio entre Encuentro en la Red y los medios de difusión del régimen son frecuentes. Ahora la cogieron con la participación de las firmas privadas de seguridad norteamericanas en Irak, olvidando que es Castro quien ha utilizado las fuerzas armadas como su ejército particular, sin tener que rendir cuentas a nadie. También olvidan (o pretenden olvidar) que si de firmas privadas de seguridad se trata, en Cuba también existen: SEPSA es una sociedad anónima que brinda servicios de seguridad a objetivos económicos importantes para el gobierno.

Salvando las diferencias con lo ocurrido en Nayaf, de presentarse en La Habana una situación de pérdida del orden interior, en la que un grupo numeroso de personas asalte estos objetivos (como sucedió con instalaciones turísticas y shoppings el 5 de agosto de 1994), lo más probable es que choque con personal perteneciente a SEPSA, antes que con la policía o el ejército, pues esa sería la lógica de los acontecimientos.

Para ambos autores los mercenarios son aquellos que trabajan para las firmas de seguridad contratadas por el gobierno norteamericano en Irak y no los terroristas pertenecientes a Al Qaeda, que desde lugares como Siria cruzan la frontera iraquí para realizar actos de sabotaje como el del miércoles en la ciudad de Basora y por los cuales la organización terrorista paga altísimas sumas de dinero a los familiares de los suicidas. ¿Qué son estos entonces para el autor? ¿Combatientes internacionalistas?

Así las cosas, en lo que a antinorteamericanismo se refiere, la neoizquierda cubana —nucleada alrededor de Encuentro en la Red— parece tener poco que discrepar de las posiciones oficiales de la tiranía expresadas en el llamado "diario de la juventud cubana". Esta neoizquierda, heredera de los clichés y prejuicios martianos, colonoespañoles y de la burguesía nacionalista republicana, que finalmente trajeron lo que tenemos hoy en Cuba, no pierde oportunidad para seguir con la misma cantaleta cada vez que puede.

No hay izquierda sin antinorteamericanismo, esa es su enfermedad más infantil. Como tampoco hay señales de que esta tendencia cambie, los que no somos ni antinorteamericanos ni izquierdosos sabemos a qué atenernos, pues lo más seguro es que en un futuro no muy lejano con estos bueyes haya que arar, ya sea como oposición en un parlamento o desde el ejecutivo de la nación. Dios nos libre de esto último.

José F., Michigan

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Con referencia al artículo La hora del mercenario, me llama la atención que después de tan exhaustivo trabajo investigativo acerca del tema, el autor haya pasado por alto el Caso Cuba, donde el régimen de La Habana ha suministrado mercenarios a más países que los mencionados en su artículo, quizás por el mismo valor, cobrándole a esos países, con la diferencia que no les pagaba a los soldados. ¿Fue un olvido involuntario? Porque olvidarse del limón cuando se habla de cítricos es imperdonable.

Alexis Molina

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Quisiera que alguien le preguntara a Tomas Borge qué piensa de esta frase de Bolívar en el discurso de Angostura: "Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía".

Marta Artecona

Referencias
Tomás Borge justifica la represión a la disidencia y la falta de libertades en Cuba
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Cada vez que leo algo como las tres cartas dirigidas a Felipe Pérez Roque, lamento enormemente que sólo puedan ser leídas por unos cuantos en Cuba. Los que tienen acceso a la información son una minoría escandalosa, y siempre en riesgo de perder la oportunidad de hacerlo.

En el resto del mundo: oídos sordos la mayor parte de las veces, prefieren creerle al gobierno cubano, con las imágenes de los "hoteles para delincuentes", o las imágenes de Oliver Stone, cualquier cosa de esas. Todo lo que sea para molestar a los americanos está de moda. Como si una cosa tuviera que ver con la otra.

Cómo rayos las cárceles van a estar así, si en La Habana no hay nada en buen estado, a no ser para los extranjeros (¡y cuidado!), los presos comen mejor que en mi casa, están más tranquilos y relajados que el resto de los cubanos que tienen que luchar la comida, el transporte y reparar su vivienda, si la tienen. Además, algo muy importante, que Enrisco no sé cómo pudo pasar por alto en su excelente artículo: no tienen que ir a las marchas ni a las tribunas.

PS

Referencias
Desmentido desde la cárcel
Turismo a puertas cerradas
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En estos días han publicado artículos muy buenos como Echando cerrojos y Las tres caras de la moneda, sobre la economía cubana en los últimos años. Están muy bien documentados y equilibrados, al igual que las series Una historia de las transiciones y Cuba, la izquierda y la Comisión de Derechos Humanos. En esta última, discrepo sobre que los funcionarios cubanos no saben o no están informados sobre la realidad cubana. En Cuba, quien no sabe es porque no quiere o, simplemente, no le conviene saber. Dirán que para mártir, Jesucristo.

L. Sarmiento,
Santiago de Cuba

Referencias
Echando cerrojos
Las tres caras de la moneda
Cuba, la izquierda y la Comisión de Derechos Humanos (III)
Los caminos de la democracia
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Con respecto al artículo Factoría de Castro, me encantaría que mis compatriotas aprendieran a leer con calma y sin tomar el rábano por las hojas, pero veo que nos resulta difícil. Hasta donde sé, el autor siempre ha defendido a Miami en su literatura, y su artículo no hace más que confirmarlo. Mira la ciudad con el amor y la conmiseración de quien mira un lugar que es entrañable. Y dice una gran verdad: aunque vivamos en un país libre, desde La Habana todavía nos esclavizan. Somos dependientes de las leyes cubanas, de la nostalgia por la patria, de los lazos que nos unen a nuestras familias. Somos prisioneros, como lo es cualquier desterrado, cualquiera que no puede decidir cuándo regresar a su casa. Y lo más terrible es que, inevitablemente, somos al mismo tiempo los sostenedores de nuestros carceleros. No sé si es que al autor le gusta o no, pero está enunciando una verdad que está ahí y que no se puede obviar.

¿Es que no pueden leerlo?

Juan José Meléndez,
Miami

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Quisiera hacerles llegar mi opinión sobre la serie Una historia de las transiciones, que están publicando. Estos artículos abordan con profundidad un tema que, para nosotros los cubanos, es de suma importancia. La experiencia de la transición en los antiguos países del bloque soviético ha sido, en general, subestimada en los análisis de los expertos. Sin buscar recetas mágicas, vale la pena, como lo hace el articulista, introducir esos elementos para enriquecer nuestra perspectiva en la discusión del futuro de Cuba.

Felicito al autor y los exhorto a continuar la presentación de ese tema.

Antonio Arencibia Jr.,
Hialeah

Referencias
Los caminos de la democracia
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Tras leer las cartas publicadas a raíz del artículo Factoría de Castro, he llegado a la conclusión de que casi nadie entendió lo que el autor intentaba decir. Lejos de una crítica descarnada en contra de Miami, el artículo es un grito de dolor y solidaridad por una ciudad que vive en y de sus contradicciones. Contradicciones dignas de ser analizadas en algún trabajo de Nietzche: la ciudad más anti-castrista del mundo es, por la propia naturaleza de sus habitantes, la que aporta más ayuda económica al régimen de La Habana; una ciudad que muchos sienten como insolidaria, ayuda a mantener a millones de personas en el mundo.

El artículo es, como se diría en inglés, "the ultimate apology" de Miami. Refleja un punto de vista que le cuesta asumir a los miamenses, sumidos en la vorágine de esta ciudad apasionada y aburrida. Nadie me puede decir que no conozco Miami. La sufrí y amé por cinco años. Le agradezco cosas buenas y malas y aun desde la distancia, ella y yo continuamos esa relación de odio-amor que siempre tuvimos. Por eso recomiendo una segunda o tercera lectura del artículo, y que aquéllos que tan vivamente lo critican, analicen su propia relación con esa ciudad, sin la cual ninguno de nosotros podrá vivir.

Ernesto Suárez,
Kansas City, Missouri

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