Cartas
www.cubaencuentro.com Jueves, 08 de julio de 2004 www.cubaencuentro.com

En el artículo La prostitución del concepto de exilio se da en el blanco de algo que hace mucho dejó de existir: el exilio como expresión preferencial del éxodo de cubanos, mayormente radicados en el sur de la Florida, que fue donde se gestó y constituyó dicho exilio en espera de un regreso anhelado como inmediato y transformado en milenio.

Cuando el autor dice que "La otra cara de la moneda está… en la Isla", mejor sería decir que la moneda en cuestión tiene sólo una cara. En efecto, el vínculo Miami-Cuba es numismático y lleva por divisa la divisa del dólar (hoy día un tanto menguado). La Ley de Ajuste Cubano así lo expresa con privilegio único en los flujos migratorios clandestinos de la región.

Se perfilan dos caras del emigrado: aquellos que son clientes del gobierno de EE UU en virtud del poder económico y político con que cuentan, y los que son, según el autor, prostituidores del ideal de exilio. De un lado, los clientes con poder, y del otro, los parias sin ninguno por ahora. Magos de la política y brujos del fula: dos caras de una misma moneda.

E. González,
Baltimore Maryland

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Cuando hace un año y pico Fidel Castro metió preso a los disidentes sin comerla ni beberla, estaba actuando como el típico mandón de la cuadra, abusador de los más chiquitos. La soberbia del comandante pasó la línea cuando fusiló a tres pobres chiquillos que querían irse al Norte. El abuso es uno de los vicios que más se repudia en la mentalidad del cubano común y corriente, y estos dos hechos calaron hondo en los sentimientos de la población, que, tal vez por primera vez en mucho tiempo, sintió rabia contra Fidel Castro y sus defensores.

Pero como si eso fuera poco, ahora resulta que mister Bush prohíbe que los cubanos de Miami vengan a la Isla bajo el pretexto de que no quiere ayudar a la dictadura. Pues bien, señor, con esa medida usted la ha apuntalado como ningún otro presidente norteamericano en los últimos 45 años, y lo peor, está contribuyendo a que la rabia pase. Como dice el refrán: los extremos se tocan y así Bush y Castro —¿quién lo diría?— vienen a hacer una especie de eje del mal contra la familia cubana.

R. Fronesis,
La Habana

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Desde el 11 de junio estoy pidiendo ayuda para denunciar una violación de Derechos Humanos, expresar mi desengaño y que el mundo conozca la crueldad del gobierno cubano; desenmascarar a los que dicen tener solidaridad y no la tienen ni para que una madre muy enferma en Cuba se reencuentre con su hija, condenada por ellos al destierro por decidir vivir en España. No tengo antecedentes penales ni políticos, y sí pruebas de que el permiso de entrada, que se solicitó a inmigración como un "permiso humanitario" desde diciembre de 2003, se dio a conocer a todas las instancias del gobierno de Fidel Castro, incluida una carta dirigida a él, sin obtener nunca una respuesta precisa, a pesar de la gravedad de mi madre.

Se presentó un segundo certificado médico, con diagnóstico actualizado a fecha 20 de mayo, por la urgencia con que debían responder ante esta, su última crisis. Toda mi familia en Cuba fue "verificada" y se comprobó el estado de mi madre; engañaron nuestros sentimientos, pues mi madre confiaba en que me permitirían entrar. Ella ha fallecido este 10 de junio, sin que ese permiso fuera autorizado en vida de ella.

No pedía un viaje de placer, ni siquiera una simple visita a la familia, pedía permiso para ver a mi madre gravemente enferma. La única razón que esgrimían para estudiar si "merecía" la autorización era el hecho de "ser médico y haber abandonado el país", aunque digan que los cubanos emigrados pueden contar con la habilitación de su pasaporte para visitar Cuba.

Sin quererlo y sin planteármelo nunca, me han convertido en disidente. Ese absurdo y tirano sistema nos hirió en los sentimientos y ha manifestado un cinismo increíble. He denunciado esto al Alto Comisionado para los Derechos Humanos, es una condena desde lo más profundo de mi alma, quiero que la gente que aún cree en la sensibilidad humana, conozca los verdaderos procedimientos de esa "revolución" y que juzgue por sí misma.

Ana Gloria García Roig

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Fijémonos bien en lo que está Fidel Castro en estos últimos días, al autorizar otra vez un ataque arrabalero contra la persona de Elizardo Sánchez Santacruz, a quien, dicho sea de paso, no defiendo, pues no creo en modo alguno que ese cristiano necesite mi ayuda.

Realmente, no sé si los ex oficiales instructores de la para-siempre-difunta-y-a-Dios-gracias-R.D.A, estarían muy orgullosos de sus alumnos cubanos al ver la deriva indecente del "servicio", pero el caso es que da asco ver que el gobierno de Cuba recurra a tales métodos para intentar neutralizar a un simple particular porque dicho gobierno no tiene argumentos morales para enfrentar políticamente a los opositores. Por esa razón los ataca de manera alevosa.

Al gobierno de nuestro país el poder no le viene del pueblo ni de elecciones limpias y pluralistas, sino del terror que inspira, y le viene también de la manipulación masiva que organiza con el dinero público para que la gente no pueda opinar democráticamente en las urnas y para que los cubanos vivan sin libertad.

Luis Tornés,
Laón, Francia

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La Habana lanza un nuevo ataque contra Elizardo Sánchez Santacruz
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Quiero ante todo felicitarlos por el excelente trabajo que realizan con su publicación. Acabo de leer el artículo sobre Gibara y les confieso que no ha dejado de impresionarme. Hace algún tiempo tuve la oportunidad de pasar unas horas en Gibara. La ciudad efectivamente parecía una ciudad fantasma. Es evidente que en algún momento de su historia gozó de un gran esplendor, pero cuando yo la visité estaba prácticamente en ruinas. Imagino que ahora esté todavía peor. Recuerdo que por allá por 1999 (que fue la fecha en que conocí Gibara) tuvimos la oportunidad de sentarnos en el malecón a disfrutar del mar. Enseguida vinieron a vendernos mariscos (bien baratos, por cierto) y cerveza de botella. También recuerdo haber visto muchos policías. Sin embargo, lo que más me impactó fue lo bien que nos trataron a donde quiera que fuimos. Aquella fue una experiencia inolvidable. Una vez más, gracias al autor de tan sencillo artículo, por recordarnos lo que estamos perdiendo con el paso del tiempo.

Manuel,
Holanda

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Gibara
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A mi el servilismo no me sorprende, los políticos se mueven por el mismo combustible, la diferencia está en cómo dejan vivir a los demás (exagerando un poco en la simplificación), la reconciliación no le conviene a ningún político, de ninguna de las dos orillas, de qué van a vivir después, el conflicto es quien los alimenta.

P. S.

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Es triste y preocupante el regocijo, y el no disimulado servilismo, con el que algunos representantes cubanoamericanos, que dicen defender los intereses del pueblo cubano, han recibido las nuevas medidas (¿para terminar con la dictadura de Castro?) a poner en práctica próximamente por el gobierno de EE UU. Triste, porque parece ser que la insensibilidad característica del gobierno cubano ha echado raíces por acá, y preocupante, porque, probablemente, con estos bueyes haya que arar la árida tierra de la futura reconciliación nacional cubana.

Jaime Blas,
Miami

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Es inverosímil que la restricción de enviar ropa y productos de higiene de Estados Unidos hacia Cuba vaya a ayudar a derrocar el régimen de Castro. Y lo que es peor: es perverso pensar que la única manera de acabar con aquello sea la escasez y el hambre del pueblo, es inhumano plantearse algo así. Castro ha demostrado que es capaz de aguantar —con hambre o sin ella—; no digo yo si aguanta sin que la gente tenga ropa. Ya se encargará de poner de moda el taparrabos. Y mientras tanto, los que sufrimos somos nosotros aquí.

L. Santaella,
La Habana

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Me pregunto si ahora la población de la Isla tiene en vez de uno, dos enemigos: el tiranosaurio de Fidel Castro y el señor Presidente del País Más Poderoso del Planeta Tierra.

Pedro Justo Salabarría

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Vade voto
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La situación (de penumbras) de Cuba es de sobra conocida mundialmente. La causa de ello también es el dictador ComaAndante Castro. Pero me reconforta pensar y creer que la historia le dará el lugar que se merece, como mismo se lo dio en sus respectivos países a Hitler, Mussolini y compañía. En Alemania, por ejemplo, sólo se acuerdan de Hitler los neonazis, sin que olvide el pueblo los desastres que por él se produjeron. Así mismo le irá a Castro en Cuba. Los libros se encargarán de mencionarlo en una página y sobre todo la catástrofe a la que llevó al pueblo cubano. El pueblo no querrá recordarlo, ni en pintura. Eso le duele a él con seguridad más que cualquier votación en Ginebra contra su (des)gobierno en el tema de Derechos Humanos. Dure 80 ó 140 años más. La historia dirá la última palabra y seguro estoy que no lo absolverá.

Navarro

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