Cartas
www.cubaencuentro.com Lunes, 06 de septiembre de 2004 www.cubaencuentro.com

Creo, y es sólo mi opinión, que la Carta a Blanquita Becerra, que escribió Ramón Fernández Larrea, no la deberían colocar en la sección de humor, sino más bien en la de editoriales. Está muy buena por los consejos que da a los sátrapas que están de mayorales en nuestra isla. Felicitaciones por esa "carta".

Servando Chávez

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Es un deleite leerlos. Gracias por el trabajo que realizan. Los artículos sobre Michael Moore han cumplido con la necesidad de esclarecer nuestras posiciones.

Tere,
Nueva York

Referencias
El racismo de Moore (ALEJANDRO ARMENGOL)
Armas de distorsión masiva (NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS)
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Los felicito por su publicación, ejemplo de profesionalidad y ética periodística. Leí con sumo interés el artículo Speer edifica a Castro y me parece acertado el paralelo que hace el autor entre estos dos personajes tan tristemente célebres. Quizás la única diferencia entre ellos radique en la manera en que exportan su ideario, pero esto sólo se debe a que el comandante conoce sus limitaciones esenciales (no así todas aquellas superables por su ego) y evita a toda costa el contacto frontal con los judíos que hace muchos años escogió: Estados Unidos de América.

Felipe,
Miami

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Me alegro de que no haya habido simple indiferencia ante el artículo sobre Weyler Los ecos de la mala fama. Muchas gracias al autor de la réplica Weyler a debate por haber respondido de una manera académica.

Hugo

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El asunto de la diáspora cubana y que si somos exiliados o emigrantes económicos ha sido traído y llevado durante décadas. La controversia se agudizó este año a raíz de las medidas de la administración Bush respecto de los viajes de cubanoamericanos a la Isla. El artículo El exilio travestido hace una disección admirable de toda la problemática del éxodo cubano. Esclarece con verosimilitud histórica todos los ángulos que unos y otros sobrevaloran según sus respectivas perspectivas. Pero en los dos últimos párrafos resume de manera genial la esencia misma del fenómeno cubano. Creo que las distintas corrientes del exilio, e inclusive los que apoyan dentro y fuera al régimen que ha detentado el poder estos 45 años, han de reconocer en su fuero interno las verdades contundentes que el articulista pasma en el párrafo final. Una pieza antológica este análisis magistral que publicó Encuentro en la Red.

Raúl Pérez,
San José

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Sobre lo publicado alrededor de Pablo Neruda, fue un oasis placentero hallar en vuestro medio artículos que, tratando de evocar al chileno con un mínimo de justicia no del todo poética en este caso, tuvieron el valor de ser los únicos —con la excepción de otro, aparecido en un medio anglófono— en esos días de "neruda-centenario-manía", que recordaban quien había sido políticamente Neruda. Dicen que dijo Lorca, "él está más cerca de la sangre que de la tinta".

En cuanto a Antonio Gades, después de haber publicado el artículo de Enrisco (Miliciano en yate o tacones cercanos), aun antes de su muerte, ya todo estaba dicho. No obstante, los posteriores a su fallecimiento, incluso si el de Enrisco en su manera es insuperable, nos recordaron cuán desquiciada y enfermiza puede ser la relación entre algunos artistas y políticos. A Gades lo salvarán sus taconazos, que diría Enrisco, y unas cuantas coreografías, como a María Callas la salvó su voz cuando tuvo que salir de Grecia buscando hacer carrera en otro país, luego de que los nazis fueron derrotados en la Segunda Guerra Mundial y ella fue acusada, justamente, de simpatizar con los ocupantes alemanes. Pero, ¿Gades?: ¿acaso necesitaba él subsistencia desesperadamente cuando se alió con los Castro? No diría nunca que a Gades no hay que perdonarlo, pero me pregunto: ¿qué pensarían los españoles si Vicente Escudero o Carmen Amaya hubiesen declarado que lo más importante en su paso por esta tierra fue el ser simples soldados del Generalísimo? ¿Y qué pensarían los españoles si, además, hubiese sido el caso hipotéticamente que Escudero o Amaya cubanos hubiesen sido?

Isis Wirth

Referencias
La huella divergente de Pablo Neruda
Neruda
Gades sí y Celia también
La ilusión criminal
Miliciano en yate o tacones cercanos
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Acabo de leer el artículo El exilio travestido, y después de tantos artículos y opiniones sobre las causas del exilio (¿o emigración?) es en éste donde se hace el análisis más objetivo y argumentado de las causas de la diáspora cubana. Hay en el artículo una afirmación: "un cubano, al manifestar su intención de migrar, puede hacerlo por razones económicas, políticas, amorosas o climáticas. No importa. En cualquier caso, el gobierno se encarga de convertirlo en un exiliado político". En esta afirmación —y por supuesto, en los argumentos en que se sustenta y que para todos los cubanos son, o debían ser, totalmente conocidos— está la esencia de qué es realmente cada cubano que salió del país de forma definitiva: lo conozca o no lo conozca (por supuesto, no están en esta situación los que gozan del permiso de residencia en el exterior, que mantiene una situación privilegiada y que si son migrantes a secas).Y quiera o no reconocerlo el régimen de la Isla o los que se consideran los depositarios de lo más puro del exilio.

Hay un aspecto que, aunque no está directamente relacionado con el artículo comentado, quisiera señalar, y es que una persona puede considerar que una opinión es muy acertada y a otra no parecerle lo mismo y no tiene que ser (como en algunas cartas a la redacción he leído) porque no lo entiende, sino sencillamente porque no lo comparte.

Carlos Hernández,
Miami

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Este diario es el mejor documento que he encontrado sobre Cuba y temas relacionados, en los 15 años de exilio que tengo. Un lector comenta en la sección de Cartas sobre la carta de Payá, que "no todos leen esta sección". Coincido en que la carta de Payá debería publicarse más como artículo que como respuesta de. Pero eso de que no todos leen… no lo sé. Siempre leo las "cartas a la redacción" de los periódicos porque es la manera más directa de enterarse de lo que piensa la gente común. He notado que los cubanos seguimos sin entendernos mucho. En tanto esto continúe, no tengo fe ni siquiera en el "factor biológico", pienso que Castro en su maldad es capaz hasta de burlar a la mismísima muerte y un día nos enteraremos de que es eterno. No habrá solución alguna para el país, ni para la emigración. Me remito a la polémica que se levantó a raíz de la carta de una lectora de Miami cuando salieron la nuevas medidas norteamericanas respecto a Cuba; o aquel buenísimo artículo sobre los cubanos de Miami, que casi nadie entendió y todos se avalancharon (a excepción de un lector que salió en su defensa) contra el autor.

Hoy les escribo, emocionado con el artículo La prostitución del concepto de exilio, y de paso, encontré otro que me pareció extraordinario: La ilusión criminal, sobre Antonio Gades. Sobre éste, creo que Martí no hubiera dicho: "cómo dicen que es gallega, pues dicen mal, es divina", porque aunque le hubiesen "quitado el banderón de la acera", no habría entrado. Hasta Mercedes Sosa tuvo la decencia de bajarse de la carroza castrista. No siento ninguna simpatía por los que cantan o bailan para el César, y pienso que aplaudirles, es aplaudirle a él indirectamente, o tal vez demasiado directamente.

Víctor Fernández

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El artículo Gades sí y Celia también es de antología. Las verdades que expresa, de forma brillante, son verdades como puños que alguna vez prevalecerán en nuestra patria liberada.

Roberto

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Agradezco el artículo Talento contra sordera. Las penurias que sufre el pueblo cubano desde hace 45 años son el efecto de la crisis endémica y pandémica del modelo político-económico impuesto por el grupúsculo que usurpa el poder. Al Dictador en Jefe y a sus secuaces genuflexos y acéfalos de turno, jamás les ha interesado el bienestar del pueblo cubano, y sí mantenerse de forma vitalicia en el poder. Nunca han tenido la voluntad política de implementar medidas económicas que saquen al país del atolladero cíclico en que se encuentra. Existe un consenso generalizado entre los académicos que, en el silencio de la autocensura, reconocen que el verdadero y único camino viable es desmontar completamente el sistema para dar paso a profundas transformaciones que lleven a restaurar el Estado de Derecho y un modelo económico que garantice el respeto a todas las formas de propiedad para que puedan desarrollarse en un entorno de mercado libre. No hay alternativas a esos imperativos que se nos avecinan, pero la nomenklatura cubana, fiel a su naturaleza diabólica, excluyente y represiva, hará todo lo posible para dejar ataduras que hagan muy traumática la inevitable transición a la democracia.

Confío en que nuestra nación sabrá encontrar los cauces adecuados que posibiliten superar esta pesadilla que ha convertido a Cuba en un Estado policiaco y en una cárcel de dimensión nacional. Si Cuba fue capaz de resurgir de las cenizas en que la dejó la dominación colonial española, estoy convencido de que, con el favor de Dios, podremos reconstruir nuestro país "con todos y para el bien de todos".

Francisco,
La Habana

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