Cuando esas valientes señoras se fueron a la Plaza de la Revolución a protestar me sentí muy bien, por paradójico que parezca, porque esa era una oportunidad de oro para que la disidencia se hiciera notar. Estaban pidiendo una cosa tan humana, que nadie, ni el más acérrimo comunista, podría negar. Pero nada pasó.
¿Acaso no saben los líderes de la oposición interna que al que tienen que cautivar es al pueblo, no a los medios de prensa internacionales? Han perdido una oportunidad única de ganar un poco de ambos. Cuando yo estaba en Cuba también me quejaba de todo lo que me molestaba, pero nunca tuve el valor que tuvieron estas luchadoras. Es una pena que ninguno de los que reclaman para sí el título de alternativa para el gobierno de Cuba, tampoco.
Angel Ochoa
Lisboa, Portugal
|