Cartas
www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005 www.cubaencuentro.com

Cada vez que la UE habla últimamente de revisar su política en relación con Cuba, la disidencia cubana arma una alharaca para intentar impedirlo y exige la liberación de todos los presos políticos, algo que saben no va a suceder. Me pregunto: ¿trabajan para la contrainteligencia cubana o sólo aceptan sus sugerencias?, ¿tal actitud es producto de un irresponsable afán de protagonismo que no tendrían de otra forma (son invisibles fuera del patio de las embajadas europeas) o de un gusto hedonista por el buffet de las recepciones a las que asisten? En serio, ¿alguien puede ser tan ingenuo para creer que el gobierno cubano desea restablecer sus nexos con la UE, ahora? Por favor, estamos en medio de una ofensiva ideológica y económica dirigida a recuperar el control del país, y que hasta ahora se ha anotado algunos puntos a su favor. Si alguna vez hubo alguna "Primavera de La Habana", como al señor Oswaldo Payá le gusta repetir delante de la prensa extranjera, fue la estación más corta que he vivido en mi vida, Cuba continúa siendo un "eterno verano".

En estos momentos resulta bastante obvio que el gobierno cubano no desea interlocutores. No es que estos no resulten deseables para Cuba en sí misma, pero al actual gobierno Cuba cada día parece importarle menos. La disidencia, ignoro si por miopía, incapacidad o mala fe, está ayudando a mantener al pueblo cubano aislado del mundo, lo que sólo puede favorecer al gobierno. Mantener la imagen de país sitiado, lo que actualmente trata de reforzarse con la campaña que han lanzado para cimentar la idea de que todos nuestros males tienen su origen en el bloqueo (las nefastas políticas económicas de Fidel Castro son inocentes, al parecer), sólo ayuda al gobierno actual. Hacer que la UE aparezca como enemiga del pueblo de Cuba, ayudar a confundirla con la imagen que promociona el gobierno cubano de Estados Unidos, es irresponsable y estúpido. Y no puede ayudar ni al proceso de transición en la Isla ni a su futuro. Mi pregunta entonces es: ¿a qué juegan los disidentes (o una parte de ellos, al menos)?

Alberto Delgado,
Cuba

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