Los que tuvimos la suerte de enterarnos de la proyección en Casa de América del documental Seres extravagantes no podemos quejarnos. Bien valió la pena llegar como Juantorena con el corazón el boca.
Mi comentario no es tanto para el homenajeado principal —ya serán muchos los que lo hagan—. Quiero referirme a otro personaje, menos conocido, pero sincronizadamente machacado por el aparato junto a "Celestino…". Este último, profesional del suicidio, "escogió" rayar cuantos árboles encontró en su camino hasta que puso su propio tronco en la lista de talas prioritarias. El otro ha preferido extraer de un pozo común la difícil tarea de vivir el día a día de una vida convertida por la oficialidad en inexistente.
Esta persona, "esta no-persona", existe más allá de su nombre olvidado. Estará nada, medio o completamente loco, da igual. Lo importante es que su vida es una realidad que será memorable quiéranlo o no. Una realidad que le pregunta "Te caíste?" a cierto pobre diablo uniformado de pie vendado que le pide todo tipo de documentación posible en sus "quince minutos de gloria".
Lo importante es que su mirada no ha perdido esa calidad que vemos en ciertos "vidólogos extraordinarios". Mil gracias a ese tipo por decirnos que vivir de un pozo como ese puede ser "bonito", sin cursilerías, con la tranquila responsabilidad de los seres elevados. Y gracias al equipo que lo hizo posible.
Khiustin,
Madrid
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