www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de febrero de 2003

 
   
 
De cómo el sabor se convierte en arte
Bebo, Cachao, Patato y Paquito: Una reseña al 'Mejor Álbum Tropical Tradicional' de la pasada edición de los Grammys latinos.
por ENRIQUE COLLAZO, Madrid
 

A muy pocos sorprendió que El arte del sabor se alzara con el Grammy al Mejor Álbum Tropical Tradicional el pasado mes de septiembre. Y se sabe que las categorías que tradicionalmente utiliza este certamen para la clasificación de los géneros rozan, ocasionalmente, el mero convencionalismo, de modo que no hay que dejarse confundir por la "etiqueta" del premio.
Bebo Valdés
El disco, editado por Lola Records para la firma EMI Odeon, es puro jazz cubano, magistralmente ejecutado por músicos como el pianista, compositor y arreglista Bebo Valdés, el contrabajista y compositor Israel López Cachao, el percusionista Carlos Patato Valdés y el invitado especial Paquito D' Rivera: todos verdaderas leyendas de la música criolla y en particular de la llamada "descarga", término con el que suele denominarse esta manera —"jazzeada"— de abordar los ritmos nacionales.

Muchos cubanos recién "descubren" a estos ilustres de nuestro patrimonio musical: desde que decidieran marcharse de la Isla, hace alrededor de 40 años, su música desapareció de las emisoras de radio habaneras, sus discos no fueron reeditados y tampoco fue divulgado el importante legado de su obra. A partir de los 90, gracias a los tributos rendidos a la formidable labor creadora de Bebo Valdés e Israel López Cachao por destacadas figuras de la cultura en el exilio —como el propio Paquito D' Rivera (Bebo Rides Again, 1994, colección de clásicos cubanos y originales de Bebo compuestos especialmente para la ocasión) y el actor Andy García (Master Sessions, 1993, recorrido por los diversos géneros de la música isleña, y en particular de la autoría de Cachao)—, la música compuesta y ejecutada por estos dos grandes ha vuelto a ser conocida y admirada en todo el mundo. Para completar la labor de relanzamiento, el cineasta español Fernando Trueba los invitó en 2000 a participar en la grabación de la película Calle 54, que gozó de una favorable acogida crítica y de público.

Los temas del disco forman parte del repertorio de la música popular cubana de todos los tiempos. Boleros, guarachas, congas, canciones, sones y el afro Ogguere, ejecutado con singular maestría por Cachao en el contrabajo: utilizando el arco, el maestro logra trasmitir el hondo sentimiento de esa canción de cuna lucumí. La firma de los temas corrió a cargo de celebridades como Eliseo Grenet, Miguel Matamoros, Ernesto Lecuona, Manuel Corona y Arsenio Rodríguez, entre otras muy relevantes.

A lo largo del compacto, los músicos establecen un armónico contrapunto cuajado de sutilezas, sustentado en el estilo suave y dinámico de las tumbadoras de Patato Valdés. Sin ese sutil y persistente repiqueteo, que combina los tonos más brillantes y opacos con el pulso exacto de las notas de un contrabajo majadero —que no cesa de retar al piano—, el disco no sería lo que es: una pequeña obra maestra.

En el popurrí de boleros, Patato trueca sus congas por el rasgueo de un güiro que le confiere exquisitez al tema; en otros, por el contrario, recurre a las maracas para matizar el compás rítmico que cada composición amerita. Lo mismo sucede en la pieza de Moisés Simons Priquitín Pin Pon, en la cual Paquito, aportando la simpática improvisación de su saxo, se suma a un espléndido dúo de piano y contrabajo, respaldado por el prodigio de un conguero al que sólo le basta mimar la tumbadora con la yema de los dedos para arrancarle los ritmos demandados por el tono alegórico del álbum.

El desenfado con que Bebo ejecuta el piano, deteniéndose en los detalles y recreando la melodía, hace recordar cierta forma de tocar que predominó en el ambiente musical de la postguerra, y que en Cuba fue cultivado por pianistas de la categoría de Lilí Martínez, Rubén González, Frank Emilio y Felo Bergaza. Del mismo modo, como brillante exponente de la pianística criolla —distinguida por su firme vocación de combinar lo clásico y lo popular—, el padre de Chucho Valdés baraja pasajes de temas tradicionales con otros de corte sinfónico, como Rapsody in Blue, de George Gershwin.

Bebo, Cachao y Patato recrean en este álbum una forma de hacer jazz —el clásico trío formado por piano, contrabajo y percusión— que es patrimonio exclusivo de los virtuosos. De los que con un pequeño formato son capaces de cubrir mucho terreno en el campo de la creación musical.

Referencias
Bebo Valdés el arte del sabor
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