www.cubaencuentro.com Martes, 07 de octubre de 2003

 
  Parte 2/2
 
La Habana profunda
'Suite Habana', el más reciente filme de Fernando Pérez, llega hoy al Festival de Cine de San Sebastián con el reflejo de la tristeza, el desencanto y la ternura que inspira en estos tiempos la capital cubana.
por OCTAVIO RODRíGUEZ, La Habana
 

Suite Habana ha sido apreciado por la crítica especializada oficial, y también por el llamado "pueblo en general", que no titubeó en visitar la elegante Sala Charles Chaplin de la Cinemateca de Cuba. Una viejita muy humilde, residente en Guanabacoa, comentaba que lo había visto y que le había gustado mucho, aunque, dijo: "comparado con la zona en que vivo, podía haberse filmado en París".

En las caras de estos personajes se ve reflejada una desolación profunda: miseria, tristeza, desencanto, soledad, vejez, enfermedades, separación entre familias, frustraciones de todo tipo… Son problemas universales y, por tanto, también forman parte de la vida en Cuba. Lo que pasa es que en nuestro país la prensa y la televisión presentan un sólo aspecto de la realidad, siempre el mismo: el optimista y triunfalista. Lo repiten una y otra vez, por lo que la gente llega a rechazarlo, a cansarse de esa "realidad virtual", porque la cotidianidad es muy dura y las personas no se identifican con lo que están viendo y oyendo las veinticuatro horas del día.

En A pesar de todo, la telenovela cubana que se trasmite en estos momentos en la televisión cubana, los personajes viven en unas casas confortables y tienen un status económico muy por encima del que posee la mayoría del pueblo. El problema de la vivienda en todo el país, y en especial en la capital, es gravísimo y no parece tener solución: el peligro de derrumbes totales o parciales es alarmante, la cantidad de familias que viven hacinadas —sin posibilidad de una privacidad elemental y mínima— es una situación que ha frustrado a varias generaciones de cubanos.

El deterioro en el nivel de vida, sobre todo en los últimos quince años, ha sido violento. Las "Amandas" que salen todos los días con sus cucuruchos de maní, los viejitos que venden los cigarros de su cuota, el periódico o cualquier otra cosa, y los mendigos que "bucean" en los tanques de basura se multiplican a una velocidad peligrosa.

Durante la exhibición capitalina de Suite Habana, cuando se encendieron las luces y el cine comenzó a vaciarse, muchos se secaban las lágrimas, y todos los que salían del cine lo hacían en un silencio que asustaba.

La película muestra una ciudad muy bella —a pesar de los destrozos del tiempo y del abandono—, y narra historias tristísimas que ocurren en cualquier parte. Pero éstas, las que cuenta Fernando Pérez, son nuestras, están aquí, sus "actores" caminan todos los días las mismas calles polvorientas, bajo un sol implacable, hacen planes, imaginan sus vidas. Por eso ha conmovido tanto, porque sus protagonistas son reconocibles y reconocidos, la gente los ve y dice: "sí, es así". A pesar de todo el desamparo en que deja al espectador, Suite Habana ha logrado trasmitir la ternura, la bondad y la entereza de los habaneros que quieren a su ciudad, la sueñan y la extrañan.

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