Son 14 no sólo movió los cimientos de su suelo natal. Ese sonido impetuoso, capaz de enloquecer cinturas y animar corazones, fue contagiando el país. Como una robusta locomotora, arribó al andén de la década de los ochenta convertida en una de las agrupaciones cubanas de mayor demanda nacional e internacional.

¿Qué fiesta cubana de esos años pudo ser realmente caliente sin A Bayamo en coche, El son de la madrugada o Tal vez vuelvas a llamarme (Me recordarás)? ¿Podrán olvidarse la antológica actuación en el Poliedro de Caracas, el premio de Calle Enramadas en el Concurso Adolfo Guzmán, o la repercusión pública de sus conquistas en Europa, Estados Unidos y América Latina?

Aunque Adalberto salió del grupo en 1983, la historia de Son 14 no se detuvo: nuevas giras internacionales, otros discos grabados con EGREM y su relanzamiento fonográfico mundial con Tumi Music, cuya tercera producción está próxima a salir al mercado.

Ciertamente, la inestabilidad producida por la salida del director-fundador ocasionó no pocas dificultades en la calidad de la propuesta musical. Sólo a partir de la asunción al mando del trombonista y compositor Lázaro Rosabal, en los años noventa, el conjunto retomó el camino de éxitos del decenio anterior.

Su actual director, Geovanis Alcántara, pianista y arreglista, ha acercado el concepto del grupo a los cánones del inicio, en una afortunada mezcla de tradición y contemporaneidad. Sin embargo, las incongruencias de la promoción musical en la Isla han hecho pasar casi inadvertido el éxito de Son 14, y una vez más el reconocimiento a su creación proviene de América Latina, donde continúa triunfando como el primer día.

Para el salsero venezolano Oscar D'León, "ellos hicieron las cosas distintas y ahí está el resultado. Después de la separación de Adalberto, las dos agrupaciones son las que se han quedado con el estilo verdadero del son cubano. Creo que van por el camino correcto. Tiburón es un tremendo versador, tremendo guajiro, tremendo cantante, un hombre que realmente cuando se monta en un escenario, la gente le presta atención".

Se habla, con justificada reiteración, del movimiento generado a partir de 1988, con la irrupción de NG La Banda en los predios del son y la música cubana en general; sin embargo, diez años antes acaecía un fenómeno de particular trascendencia, e imprescindible en el panorama artístico de la Isla. Quedaba atrás el complejo de inferioridad de los años sesenta y setenta, en los que se rompieron los puentes naturales de la música cubana con el exterior, y hasta se criminalizó el sonido nacional.

Alcántara, su actual director, reconoce que "Son 14 sigue siendo una agrupación muy reconocida en el mundo de la música tropical, aunque tal vez en Cuba no se promueva tanto. Hay que ver lo que sucede cuando compartimos con otras estrellas de la salsa... cómo vienen hasta el conjunto para abrazar a Tiburón, para admirar el trabajo de Son 14".