www.cubaencuentro.com Miércoles, 07 de abril de 2004

 
Parte 1/2
 
La mirada femenina
Desde estéticas muy distintas, Elizabeth Cerejido y María Magdalena Campos Pons reflexionan en sus fotos sobre los lazos familiares y la diáspora.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Miami
 

En junio del año pasado, comenté en este mismo periódico la exposición El Efecto Paralaje, programada por el Centro Cultural Español de Miami y que reunió obras de seis fotógrafos cubanos, tanto de dentro como de fuera de la Isla. Dos de los nombres que allí se incluían, los de Elizabeth Cerejido (curadora) y María Magdalena Campos Pons (una de las artistas participantes), aparecen de nuevo juntos en Talking Pictures, una muestra que ha sido acogida por la Bernice Steinbaum Gallery (3550 North Miami Avenue, Miami. Telf.: 305-573 2700) y que permanecerá en cartel hasta el 18 de abril.

Montaje
Replenishing (María Magdalena Campos Pons).

Reconstructing a Family Portrait es el título de la serie de Elizabeth Cerejido (La Habana, 1969) que forma parte de Talking Pictures. Y en efecto, se trata de fotos que hablan expresivamente y cuentan una hermosa saga familiar, que se resume en una historia de amor, separación y reencuentro. El punto de partida que activó el proceso creativo y dio origen a este trabajo fue la mudada de la madre del apartamento que durante siete años compartió con su esposo.

El fallecimiento de éste en el año 2001 y el mal estado de salud de aquélla, que empezó a perder la memoria y algunas de sus habilidades, aconsejaron su traslado a un sitio donde no tuviese que valerse por sí misma. Fue en la mudada cuando la fotógrafa encontró la correspondencia que José Cerejido había mantenido con Hélida entre 1970 y 1980, esto es, desde que fue encarcelado en Cuba por motivos políticos hasta que pudo salir hacia Estados Unidos, a través del puente marítimo del Mariel.

La foto en colores que abre la serie muestra el sobre de una de las primeras cartas que escribió a su esposa. La que la cierra corresponde a la primera que pudo enviarle desde suelo norteamericano, cuando aún se hallaba en el campamento de refugiados de Fort Chafee. Esos sencillos testimonios visuales constituyen los dos límites cronológicos en los cuales se desarrolló esta historia familiar, que a su vez es una de las muchas páginas de la dolorosa historia del exilio cubano en estas últimas cuatro décadas.

Utilicé el adjetivo sencillas para referirme a esas dos fotos. Y precisamente, uno de los aciertos de la serie es la modestia de lenguaje y de medios con que ha sido realizada. Por ejemplo, otra de las piezas es un panel compuesto por seis imágenes, en las cuales se ve cómo el paquete de cartas va aumentando a medida que transcurren los años. No hay nada más, ni tampoco hace falta, pues es suficiente para que el espectador capte lo que la artista quiere expresar.

Otra de las fotografías recoge el cable que José Cerejido envió a su esposa en septiembre de 1970, a través de la Western Union: "no recibo correspondencia hace tiempo estoy preocupado contesta cable urgente besos". Ese dolor lacerante que le producen la separación y la falta de noticias se refleja muy bien en las cartas incluidas en Reconstructing a Family Portrait.

Elizabeth Cerejido incorporó además un registro sonoro de las mismas, mediante una grabación en la que una voz masculina lee esos textos. La lectura está hecha en un tono neutro, sin adicionar registros emotivos, pero es imposible escucharla y no sentirse conmovido por el drama de ese hombre que, en medio de su terrible situación de prisionero, lucha por conservar la esperanza en la reunificación con su familia.

Cerejido, sin embargo, no concluye allí su crónica familiar, sino que la prolonga hasta hace muy poco tiempo, cuando su madre dejó de vivir en el apartamento. Tomó entonces varias fotos, éstas en austeros blanco y negro, que muestran el que fue el hogar de sus padres una vez que quedó desocupado.

Una maceta con una planta que se secó, una mesita apoyada en la pared, unas bolsas plásticas que seguramente contienen objetos que van a ser tirados, una vista de la modesta cocina, ahora vacía: son imágenes que muestran los últimos vestigios de la presencia humana que allí hubo, a la vez que sirven de epílogo a este retrato íntimo hecho por la artista. Mientras tanto, en la pared blanca de la galería se proyecta el video Combing I (Sitting), en el que aparece su madre peinándose, haciéndose una cola y poniéndose los espejuelos, frente a una ventana.

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