www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 2/2
 
Una historia de amor equivocada
La última producción del cine cubano: ¿Más de lo mismo?
por ANTONIO JOSé PONTE, La Habana
 

La discusión llega a buen punto. Lo que soterradamente cuenta aquí es qué pasa en Cuba con quienes hacen un discurso crítico. Pero a estas alturas la amante pide que le alcancen el champú y a lavar cabezas.

Aquí y allá, a lo largo del filme se suceden los ataques contra la música salsa. Hablan de instaurar un "Día Mundial Sin Salsa" y la esposa del protagonista enuncia la paradoja (quizás el chiste más saludado de toda la película) de que por ser médico tiene un viejo auto soviético y si fuera salsera contaría con un flamante Nissan. Todo para que, en busca de honorarios, el escritor termine componiendo a escondidas unas letras de salsa.

Temeroso de la censura respecto a su nueva novela (de dos censuras: la del comisariato nacional y la de las editoriales extranjeras), el escritor de Perfecto amor equivocado teme también que se le identifique como autor de estribillos populares. Mediocre Don Juan tal como muestra la película, lástima que no quede en claro cuán mediocre resulta como intelectual. La elección de Luis Alberto García, siempre igual cualquiera que sea su personaje, viene a empeorar las cosas. De los actores principales sólo Susana Pérez realiza buen trabajo. Lástima que su personaje sea forzado a contorsionismo final por necesidades combinatorias.

Igual que ha sucedido tantas veces en los últimos tiempos, los salseros resultan un excelente blanco para ejercitar resentimientos económicos. Ya que la censura impide mencionar los privilegios de figuras oficiales, tales músicos sirven de cabeza de turco. Y a esos resentimientos económicos pueden añadirse personales prejuicios contra el arte popular.

Homofobia y homonimia

Otro blanco de ataques, además de la salsa, son los homosexuales. Gente rara para las malas y para las buenas, su condición requiere explicaciones. Nada mejor entonces que relatar un trauma: la condición homosexual se explica a través del victimismo. De ahí la historia del deportista de alto rendimiento a quien le tronchan su carrera y deviene masajista.

No es casual que la pareja homosexual de Perfecto amor equivocado lleve los mismos nombres de los protagonistas de Fresa y Chocolate. La más reciente de estas dos películas intenta hacer cumplir, por homonimia y en medio de otra historia, aquel amor pendiente entre maricón y militante. El cartel de Retrato de Teresa decora el apartamento de uno de los personajes. El cine cubano no deja de autocitarse en busca de legitimación: procura el espesor que raramente ha conseguido.

La amante del protagonista va a tener un hijo de uno de los miembros de la pareja homosexual (Mijaíl Mulkay) y no acepta a éste como padre de la criatura. "La gente tiene que pagar por lo que hace y por lo que es", sentencia ella. Refiriéndose en el primero de los casos a su amante escritor, y en el segundo a la condición homosexual. Beatriz Valdés vuelve al cine cubano después de mucho tiempo. Trae de Venezuela una entonación particular que a veces se le escapa y está mal en su papel.

Sentencia así no recibe opinión contraria o, tratándose de una comedia, burla. El amante bisexual escucha su condena desde un escondite (¿por qué se oculta cuando tocan a la puerta?, ¿atavismos de tapiñado o cañona para la comedia de enredos?), y llora. Perfecto amor equivocado es homofóbica al mostrar enemistad hacia la figura del homosexual y homofóbica al tratarla con lástima.

Eduardo del Llano y Gerardo Chijona, guionistas y éste último también director, prefirieron contar en su película una historia secundaria. Enredos amorosos y escenas de cama desdibujan la otra, acerca de los miedos y oportunismos de un artista. Mientras el público de la última tanda del Yara seguía las peripecias donjuanescas, yo me preguntaba cuál de los escritores que conozco no resulta ese tipo. A la tragicomedia de un artista cubano de nuestros días prefirieron la comedia de parejas. Y ésta no les salió simpática.

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