www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 2/2
 
¿Quién sembró la Yerba Buena?
La polémica sobre la creación del grupo musical latino que 'le dio un vuelco a la moribunda salsa'.
por ARSENIO RODRíGUEZ, Barcelona
 

Descemer Bueno le contesta a Dennys Matos, en 2003, sobre una pregunta similar: "Yerba Buena fue un proyecto que nació en Nueva York. Yo comencé a hacer canciones para el estilo de Xiomara Laugart, pero en realidad me salieron temas con mucha energía para bailar. Una música mezclada con ritmos latinos, con sonoridades africanas y con elementos del hip-hop. De ese modo, ya no eran canciones para una determinada artista. Así nació Yerba Buena hace dos años y medio, con una formación de banda grande. En esos momentos yo trabajaba con un productor muy importante que se llama Andrés Levín, con el que desgraciadamente las cosas no salieron bien. A pesar de los desacuerdos, el disco salió al mercado el pasado 15 de abril".

Es difícil determinar quién tiene la razón en polémicas como estas, que han existido siempre en el ámbito musical. Su diferencia con otras es el aporte evidente que hace cada cual en el resultado final del disco, que además está avalado por los créditos.

No dudo de la palabra de Andrés Levín, ni de su talento, y mucho menos de los integrantes del grupo que cita como coautores del proyecto. Levín no falsea la verdad, pero omite una parte de ella que no puede esconderse en el producto terminado: la música.

La mano de Bueno

Nueve de los doce temas del disco están cofirmados por Descemer Bueno, quien además es el único autor que aparece rubricando dos temas de forma solitaria: Rompe el cuero y Solito me quedé. Este último fue el single del CD, donde su autor escribe de forma categórica en el estribillo: "Solo me quedé con mi Yerba Buena/ Solito me quedé/ con mi Yerba Buena/ Solito, me quedé".

Siendo lo más imparcial posible, encuentro que en todos los temas del disco hay referencias del contexto social cubano, únicamente propias de nuestra cultura. La única que ha creado y desarrollado los ritmos cantados en yoruba, con una contundencia rotunda en todo el siglo XX, que va desde los batás africanos —en la música clásica de Amadeo Roldán y Caturla—, hasta los grupos de rock y jazz como Síntesis o Irakere. De ellos también se nutren casi todas las piezas de President Alien, lo que descarta la autoría única de Levín.

Sin olvidar las canciones infantiles, los dicharachos y refranes habaneros con que están construidas las letras de las canciones y, como no, los pasajes de los géneros musicales como sucu sucu, nengón y changüí, utilizados originalmente como introducciones a los afrobeat del CD.

Pero quizás lo que más demuestra que Descemer Bueno tiene razón en afirmar que fueron fundamentales sus ideas para la creación de Yerba Buena, es su trabajo anterior (Sonido DCMR) con Interactivo, en La Habana, y con Gema y Pavel, con los que desarrolló y grabó con una proyección rítmica muy parecida a la de Yerba Buena, antes de Yerba Buena.

Es cierto que quizás sin Levín, Carlinhos Brown, Davi Valentín, Roy Hargrove, Marc Ribot o la bajista Me Shell Ndegeocello, quienes ya habían trabajado con él en otros proyectos y producciones, no hubiesen tocado en el disco; pero sin el aporte de Descemer la Yerba no hubiese estado tan buena.

Solito me quedé, la mejor pieza del disco en cuanto a aportes musicales, comienza con un acertado y acústico changüí fusionado, o acariciado, con una slide guitar, pasando luego a mejor vida sonora cuando entra en rock funky, combinado con un excelente solo de trompeta.La obra está firmada por Descemer, pero sin la slide guitar que aporta Levín y sus arreglos, el producto acabado no hubiese sido el mismo.

Es una lástima que se hayan separado, aunque al final quizás tendremos una recompensa mayor: dos grupos con todo el derecho y las ideas para revitalizar los ritmos latinoamericanos tradicionales en la Gran Manzana, que seguramente terminarán por mover a medio planeta que piensa por el oído.

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