www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 2/2
 
Gades sí y Celia también
¿Cuba es de todos los cubanos o solamente de los 'revolucionarios', aunque no sean cubanos?
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana
 

El Bárbaro y La Reina

Con qué derecho se puede privar a 11 millones de cubanos de uno de sus grandes ídolos de todos los tiempos, devenido patrimonio de la humanidad. Si ser cultos es el único modo de ser libres, hay que convenir en que no se puede ser libre cuando se niega el acceso a una parte de la propia cultura nacional. No se puede hablar de desarrollo de la cultura si ésta no es integral, porque la cultura es indivisible.

C. Cruz
Celia Cruz: Exiliada y rechazada.

Es bueno recordar, si de calidad se trata, que Benny Moré venció en una sociedad de arraigados prejuicios machistas, mientras Celia, siendo mujer, se impuso en esa misma sociedad como la primera voz femenina, en un mundo dominado por hombres.

Sin embargo, en Cuba se desarrolla anualmente el Festival Internacional Benny Moré, en memoria de El Bárbaro del Ritmo, el más grande cantante popular cubano; mientras ese mismo homenaje se le niega a La Guarachera de Cuba, la más grande cantante popular cubana. Una artista obligada a tenerse en cuenta en cualquier evento de la música popular cubana o latina del siglo XX.

Celia enriqueció la música popular cubana, la convirtió en música latina y la paseó por el mundo como genuina embajadora de esa manifestación artística, precisamente porque como representante del arte y de la cultura no podía ser si no universal. Su dimensión espacial fue de tal envergadura que trascendió los estrechos límites nacionales y se hizo querer hasta en los más apartados rincones del planeta. Que a la más grande sonera de la música cubana se le recuerde en los medios de comunicación de otras partes del mundo y se le silencie en su terruño, habla por sí solo del estado del arte en la Isla.

A esa misma Celia, por razones ajenas al arte y la cultura, no se le permitió asistir a los funerales de sus padres; su nombre fue excluido, incluso, de diccionarios musicales, y su voz censurada en todos los medios de difusión de la Isla. Millones de cubanos de las nuevas generaciones no la conocieron, pero la conoce el mundo.

Celia de Cuba se transformó en Celia del Mundo, no dejó lugar por visitar, actuó en los más disímiles escenarios en vida, y, después de su muerte, como cristiana, ascendió hasta el escenario celestial. Ella —expresó el pasado año Israel López Cachao— es inmortal, como lo son Benny Moré o Carlos Gardel.

Su dimensión universal no la apartó nunca de Cuba. Celia fue y es cubana. "Me falta mi tierra, Cuba —expresó en más de una oportunidad—, pero algún día la recuperaré".

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