Después de darme el premio en el concurso nacional, se corrió en la calle que la canción estaba hecha para Fidel, y la gente cantaba: 'Si todos saben de ti, mentiroso…'. Entonces Pedro de la Hoz hizo un comentario muy feo que se distribuyó a las embajadas, justo cuando yo me tenía que ir a competir al festival internacional. Dijo que la canción era espantosa, que no servía para nada. Fue un golpe durísimo para mi, y me quejé al Ministerio de Cultura.

Cuando llegué a México, la acogida fue muy buena y fue la primera vez que me tuve que enfrentar a ruedas de prensa grandes, sin poder tomar partido ni de una parte ni de la otra. Yo tenía aún a mi hija mayor en Cuba. Di un mensaje tranquilo, pero lo di. Incluso el Diario de Las Américas publicó que 'por fin una cubana se atrevía a denunciar a Castro'. No estuve entre los tres primeros lugares, pero el trabajo se hizo bien.

¿Realmente era un canción dedicada a Castro?

La canción no era mía, sino de Ojedita, pero yo creo que sí había algo de eso. Yo lo que le puse fue el sentimiento a eso que decía: "Ahora a quién vas a anular, ahora a quién vas a fingir, a quién vas a defraudar, a quién vas a confundir, ahora a quién vas a vendar para poderlo invadir, qué cuento vas a contar, si todos saben de ti…".

¿Qué otras cosas haces ahora mismo en Estados Unidos?

Estoy realizando un sueño de siempre. Hemos puesto en Miami una academia de música que se llama Musical Pro Center Escuela Delia Díaz de Villegas (www.musicalprocenter.com). Ahí trabajo con mi familia, mi esposo, que es músico de toda la vida, mi hija, que es graduada del conservatorio. Enseñamos bajo, guitarra, percusión, canto…

Además, hago presentaciones en Miami, Nueva York, Los Ángeles.

En tu opinión, ¿qué pasaba en Cuba en los años ochenta y noventa con baladistas y cancioneros que no lograban calar entre los jóvenes?

El cubano prefería al extranjero porque tenía otro nivel, prefería lo foráneo porque no creía que su música era suficientemente buena. Además, teníamos una competencia muy fuerte porque lo que se hacía fuera de Cuba, con la calidad de la electrónica y los estudios, era maravilloso. En Cuba todo estaba arcaico y las cosas no le sonaban a la gente bien porque la tecnología no era la misma, faltaba de todo. Los conceptos de producción eran totalmente atrasados también.

Sin embargo, después vino la revolución de las orquestas populares y, por ejemplo, Isaac Delgado fue uno de los que empató el timbre con lo que estaba sonando en el mundo. Ya hace algunos años que me fui de Cuba, pero imagino que eso haya mejorado bastante.

Pero no había voz femenina que despuntara que no abandonara el país, como Annia, Mirta, Maguie…

En Miami está todo el mundo. Muchas están haciendo sus carreras, algunas en el ámbito local y otras un poco más grande, pero creo que en sentido general todo el mundo está muy feliz.

Hay muchas opiniones sobre las recientes medidas de Estados Unidos sobre los viajes y las remesas a Cuba… ¿Toma partido?

Ese es un tema bastante delicado, en el que no quisiera profundizar. Primero, porque he vivido en Miami durante mucho tiempo y he aprendido a respetar el dolor de los primeros emigrantes cubanos a Estados Unidos. Para los que nos fuimos después, hablar es muy fácil. Hay mucho dolor, muchos muertos en el Estrecho de la Florida, y, desgraciadamente, hay mucha gente que se va y, al año, lo que están esperando es la residencia para ir a gastarse el dinero en Cuba.

Este es un tema difícil. Hay mucho dolor y muchos muertos de por medio, pero el cubano tiene una facilidad tremenda para olvidar y gozar.

Por otra parte, a uno le duele tener en Cuba familiares cercanos y que hayan regulaciones que te prohíban ir. ¿Quién es quién para regular a quién puedes ir a ver y a quién no? Es un tema que tiene parte y parte, y yo, honestamente, he aprendido a respetar al exilio cubano, sea de ultraderecha o de lo que sea.

Los cubanos tenemos hoy facilidades en Estados Unidos que no tiene nadie. Si tenemos esos beneficios, es porque esos cubanos que llegaron en los años sesenta hicieron que eso sucediera. Se lo debemos a ellos.

Hoy lo único que queda es rezar mucho para que la agonía se termine lo más pronto posible y podamos llegar a ser un solo cubano donde quiera que estemos.