www.cubaencuentro.com Jueves, 27 de enero de 2005

 
  Parte 2/2
 
El pecado de callar
La obra de Henry Eric Hernández, una excepción de responsabilidad cívica en la Cuba de hoy.
por SUSET SáNCHEZ, Madrid
 

Obras como Controversia con el ghetto (1999) y Kermesse al desengaño (2001), le acercan a la metodología genealógica de Michel Foucault para conducirle a una reconstrucción de la historia no a partir de las narraciones oficiales, sino de la labor del arqueólogo que descifra las marcas del pasado al tratar con objetos que se convierten en el testimonio más fidedigno posible de los hechos.

En Controversia… el referente es la Ciudad Escolar Libertad, antiguo Cuartel Militar Columbia, y se traza un paralelismo diacrónico a través de la función de un sitio para la instrucción del individuo dentro de la lógica del Poder. En Kermesse… el hallazgo arqueológico de un cementerio esclavo en el patio de una escuela primaria en San José de las Lajas, se convierte en la metáfora de la anulación de la libertad del individuo que acontece en los centros educacionales que el sistema ha desarrollado para fomentar un modelo igualitarista.

Por su parte, documentales como Bocarrosa, Almacén y los cuatro capítulos producidos hasta la fecha de Sucedió en La Habana, le acercan justamente a esos rostros de la realidad social cubana que tratan de ser continuamente olvidados por el Poder. Un mundo estereotipado como marginal, que queda fuera de los perímetros de permisibilidad revolucionaria que exalta el modelo del "hombre nuevo", se erige como centro de atención de las otras historias que buscan Hernández y sus colaboradores para diagramar el boceto real de la nación cubana.

Travestis, mendigos, prostitutas y presidiarios deambulan ante la cámara del artista para narrar los episodios cotidianos de una sociedad, aquellos momentos, y las voces de subjetividades condenadas al silencio por una falsa moral.

Escenarios de la prostitución en la Isla como la intersección de las calles habaneras de Monte y Cienfuegos, conforman algunas de las polémicas locaciones de Sucedió en La Habana II. Miradas perdidas y enajenadas de algunas de las mujeres que merodean por el Malecón tal cazadoras furtivas del sexo como transacción comercial.

La obra de Hernández, y eso es lo más conmovedor, no inventa ficciones, hurga allí donde ni siquiera Suite Habana (tomada en muchos círculos como ejemplo reconocido del riesgo creativo y la crítica social) ha escudriñado, porque al final los personajes de la obra de Fernando Pérez —por demás, casi todos excelentemente seleccionados—, a pesar de vivir en medio de la precariedad, representan al pueblo abnegado y trabajador que para nada contradice el discurso oficial sobre el sujeto revolucionario.

No obstante, todavía se necesitan muchos más Fernando Pérez y Henry Eric Hernández en medio de tanta indolencia o disimulo creativo. Al final, hacen falta millones de "artistas-ciudadanos" que tomen conciencia, tanto en la Isla como en el resto del mundo, de la importancia que puede tener el más mínimo gesto de denuncia, crítica y transgresión para la toma de conciencia en las sociedades de hoy, que distan bastante de la perfección.

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