www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de marzo de 2005

 
  Parte 1/2
 
¿Por qué vamos a La Cabaña?
Ha comenzado la Feria Internacional del Libro de La Habana, otro triste fragmento del largo monólogo.
por ORIOL PUERTAS, La Habana
 

Sólo por una incorruptible fidelidad a la lectura. Por eso vamos cada febrero a ese templo que guarda la memoria del horror totalitario convertido ahora en sede de eventos culturales, además de la actual Feria Internacional del Libro: feria del disco, feria de artesanía, bienal de artes plásticas.

M. Chaves
El presidente andaluz Manuel Chaves (izq.), en actividades de la Feria del Libro de La Habana.

En algún callejón de La Cabaña o al pie de uno de sus inmutables muros, todavía resuenan quizás las voces de mando de sucesivos pelotones de fusilamientos. Ahora sus accesos, bóvedas y plazas interiores se llenan de gente ávida por conocer qué nueva sorpresa deparan esas añejas paredes que una vez sirvieron para enmudecer rebeldías o meras disidencias.

Ha comenzado una nueva edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana. Cifras oficiales hablan de la puesta en circulación de 1.200 títulos y más de 5 millones de ejemplares. Una retórica acompaña, como sucede siempre con estos magnos eventos del régimen, el hecho de que cientos de miles de cubanos sean otra vez convocados a consumir los libros que el gobierno aprueba. Es la verborrea de la llamada "batalla de ideas", de las "conquistas en la educación" y la aspiración de elevar "la cultura general integral de la población".

Acaso no repare alguien en que esa "cultura general integral" está naciendo coja o tuerta. Una nación partida en dos mitades —o conmigo o contra mí, igual a decir: dentro de la revolución todo y contra ella nada— que no pueda exhibir junto a los poemarios de Nicolás Guillén y los cuentos de Onelio Jorge Cardoso los libros prohibidos de Raúl Rivero, Rafael Rojas y Reinaldo Arenas, es dueña de una cultura que languidece.

Languidecerá siempre una literatura que ande de espaldas a la circulación internacional del libro, que rompa sus lazos con el mundo, que establezca esta otra modalidad de apartheid político donde unos pueden acceder a caros libros infantiles en pesos convertibles o euros y otros deben contentarse con el oscuro papel gaceta de los editados en la Isla. O donde no se pueden mencionar algunos nombres como Guillermo Cabrera Infante o Antonio Benítez Rojo —de ilusos sería pedir un homenaje por el reciente deceso de este último—. O donde una editorial como la boricua Plaza Mayor, con una excelente colección dedicada a autores cubanos, no puede poner stand porque no lo permiten los funcionarios culturales de turno debido a su presunta "politización".

1. Inicio
2. ¿Creer para...?
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Un genio a contracorriente
OP, La Habana
Una historia gráfica ¿interminable?
SUSET SáNCHEZ, Madrid
Todo lo que traen es amooor
CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Farmville
El mundo perdido del azúcar
RAFAEL ROJAS, Méco D.F.
Polemiza, que algo queda (I)
CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Farmville
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir