www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de marzo de 2005

 
   
 
Adiós a Andoba
Veinticinco años después del estreno de su obra más relevante, el dramaturgo Abraham Rodríguez se ha marchado definitivamente.
por LIENA CID, Madrid
 

Desde La Habana ha llegado la noticia de la muerte del dramaturgo cubano Abraham Rodríguez, el pasado 12 de enero. El cáncer le jugó una mala pasada. Veinticinco años después del estreno de su obra más relevante, Andoba, se ha marchado definitivamente.

Andoba
Escena de 'Andoba'.

Corría el año 1979 y la escena habanera asistía a la euforia de un éxito teatral: Andoba, de Rodríguez. Bajo la dirección de Mario Balmaceda, el grupo de Teatro Político Bertold Brech rompía su línea de repertorio, cargada de textos con un marcado didactismo político, para aventurarse a indagar en el marginalismo. El solar regresaba a probar sus fuerzas, más allá del pintoresquismo que había arrastrado durante años.

Y si María Antonia,de Eugenio Hernández Espinosa, o La Chacota, de Nicolás Dorr, situaban la acción en los años anteriores a 1959, Rodríguez se aventuraba a rastrear en el mundo marginal de su tiempo.

El éxito fue rotundo. Ni los elitistas que siempre intentan encontrar ideas rebuscadas en la escena, ni los que proclamaban la ideologización del teatro en términos estrechos, pudieron acallar el fenómeno "Andoba". El teatro cubano, dividido artificialmente en "nuevo" y "viejo", retomaba sus armas más probadas en la más complicada de las temáticas con las que ha contado siempre: la marginalidad. Abraham Rodríguez entraba por la puerta grande en la historia de la escena nacional. Había publicado poesía y narrativa. Sus guiones habían pasado exitosamente por la radio y la televisión. El debut  como dramaturgo era todo un suceso.

El único héroe masculino

Cuando Andobasubió a escena, contaba con tres antecedentes que indican una línea: María Antonia y La Chacota, ya mencionadas, y Santa Camila de La Habana Vieja, de José R. Brene. En estas obras el personaje central era femenino. La vulnerabilidad social de la mujer servía como fuente de conflicto.

Andoba es el único héroe masculino que ha subido a las tablas cubanas para ostentar una fragilidad que lo conduce, finalmente, a la catástrofe dentro de la temática "solariega". Su voluntad de cambiar, de apartarse de un mundo en el que está atrapado, de convertirse a la "no marginalidad", lo enfrenta a su pasado, a la fuerza arrasadora de una cultura encerrada en un universo local, donde se debaten conceptos universales.

Este debate, sin embargo, está signado por las armas ancestrales del marginalismo. Todo ser que se sabe rechazado, enfrenta ese rechazo desde la agresividad. Es el arma  más efectiva. Andoba comete el error trágico de no calibrar el peligro de esa agresividad. Está tan convencido de su verdad, que no se prepara para defenderse de la maldad. Y perece.

La puesta de Mario Balmaceda realzó las bondades del texto. Todavía se habla de las actuaciones de Luis Alberto García, Isaura Mendoza, Litico Rodríguez, René de la Cruz. Por primera vez el espectador cubano vio una cola en escena. Y Abraham Rodríguez supo sacar partido a todo. Porque se movía con mucha soltura en lo cómico y sabía aprovechar la gracia criolla.

Un camino inconcluso

En algunas de las notas de prensa que han llegado desde la Isla sobre la muerte del dramaturgo, que no había cumplido aún los 60 años, se insiste en que creó una corriente teatral a la que han dado en llamar "andobismo". Pero sucede que el primer texto no encontró una continuidad del todo coherente ni en la propia obra de Rodríguez. Ningún otro autor ha podido exhibir el toque de maestría de Andoba en textos realistas o costumbristas posteriores.

El delineado dramático de innumerables personajes, la creación de escenas "de masas" con el más exacto sentido de la medida, la exploración en el universo íntimo de tipos populares que exhibe Andoba no aparecen en obras posteriores con la misma sabiduría y el mismo efecto.

Abraham Rodríguez regresó a la televisión. Ahí están títulos tan recordados como Tierra o sangre o Un bolero para Eduardo. El poeta, narrador, guionista y dramaturgo trabajó en series que aún no se han concluido, inició espacios musicales, amasó ideas, escribió el guión para un filme dedicado a una cúspide de la cultura popular cubana: Benny Moré, cuyo estreno está previsto para julio de este año.

La muerte le cercenó sus proyectos. En su estudio han quedado inéditas varias series de televisión, una novela y más de una obra teatral. En algún solar habanero merodea, abandonado, un Andoba que ha perdido a su autor. Anda a la espera de que alguien le retribuya su dimensión de héroe. Tal vez ni siquiera imagina que ese alguien se fue, definitivamente, aunque antes de hacerlo, mucho antes, iniciara un camino inconcluso hacia la heroicidad del marginal.

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