Tras jubilarse como profesor de la Universidad de Hawai, Matías Montes Huidobro está empleando el abundante tiempo del que ahora dispone para escribir y sacar adelante los proyectos que, por razones comprensibles, antes no pudo emprender. Su catálogo se ha engrosado así con las novelas Esa fuente de dolor (1999), Concierto para sordos (2001) y Parto en el cosmos (2002); el voluminoso y exhaustivo ensayo El teatro cubano durante la República: Cuba detrás del telón (2004); El teatro cubano en el vórtice del compromiso 1959-1961 (2002), recopilación de sus críticas en Lunes de Revolución; y Ratas en la Isla (2004), donde reúne su narrativa breve. Todo un ejemplo de laboriosidad y dedicación al quehacer literario, en una etapa de la vida que otros prefieren dedicar al ocio y el descanso.
Esa intensa actividad además parece ser incombustible. Hace pocas semanas Montes Huidobro presentó el que es, por el momento, su último libro: La narrativa cubana entre la memoria y el olvido (Ediciones Universal, Miami, 2004). Se recogen en el mismo dieciocho ensayos que responden a lo que se anuncia en el título, y que constituye una preocupación —una obsesión casi— del autor. Me refiero a ese tradicional problema de nuestra memoria histórica y literaria, que se ha agudizado de modo notorio a partir de 1959. Algo que, tal como señala Montes Huidobro, ha hecho de la nuestra una memoria fragmentada, llena de olvidos y agujeros negros, motivados unos por el tiempo transcurrido, y otros por la sistemática campaña de eliminación y silencio practicada durante décadas en la Isla. Esa preocupación suya por tan "siniestro alzheimer" quizás se deba, precisa Montes Huidobro, por lo menos en parte a "una identificación personal con el proceso de marginación al que me he visto sometido, a pesar de mis muchos años de trabajo, por los propios cubanos, no sólo de Cuba sino también del exilio".
En esa órbita de la memoria y el olvido, Montes Huidobro incluye a autores como Luis Felipe Rodríguez, Enrique Labrador Ruiz, Fausto Masó, Pedro Entenza, Leopoldo Hernández y José Antonio Ramos, este último una de sus obsesiones como investigador. A esa lista incorpora también a algunos escritores que sí han recibido mucha atención por parte de los críticos y de las editoriales, pero de los cuales analiza obras que, por lo general, han sido poco atendidas. Son los casos de Presiones y diamantes, de Virgilio Piñera, Gestos, de Severo Sarduy, y Vista del amanecer en el trópico, del recién fallecido Guillermo Cabrera Infante. Hay, por último, trabajos sobre Lucía Jerez, de José Martí, Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde, y los cuentos de Lydia Cabrera. |