www.cubaencuentro.com Viernes, 15 de julio de 2005

 
Parte 2/2
 
Todas las voces, todas
'The Cuba Reader' propone un recorrido panorámico por cinco siglos de la historia, la cultura y la política de la Isla.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Nueva Jersey
 

La lista de autores antologados en The Cuba Reader es, ya lo apunté, muy extensa. Entre otros, aparecen los nombres de José Martí, Renée Méndez Capote, Miguel de Carrión, Loló de la Torriente, Nicolás Guillén, Leví Marrero, Tomás Fernández Robaina, Julio Antonio Mella, Alejo Carpentier, Eduardo A. Chibás, Carlos Franqui, Che Guevara, Carlos Puebla, Humberto Arenal, Silvio Rodríguez, Margaret Randall, Reinaldo Arenas, Pablo Milanés, Nancy Morejón, Roberto Fernández Retamar, Julio García Espinosa, Guillermo Cabrera Infante, Heberto Padilla, Ernesto Cardenal, Sandra Levinson, John F. Kennedy, Edmundo Desnoes, Achy Obejas, Senel Paz, Elizardo Sánchez y el Innombrable. Hay, como se puede comprobar, representantes de diferentes tendencias políticas, aunque habrá quienes objeten que el número de figuras oficiales y de simpatizantes con el régimen es muy superior. En todo caso, personalmente echo en falta firmas como las de Lydia Cabrera, Gastón Baquero, Jorge Mañach, Enrico Mario Santí, Jesús Díaz, Gustavo Pérez Firmat, Víctor Fowler, Antonio José Ponte, Antonio Benítez Rojo y Rafael Rojas, entre otras, que sin duda hubieran enriquecido esa nómina.

Como es inevitable en toda publicación de este tipo, cada lector puede estar de acuerdo o no con los textos escogidos. Personalmente, pienso que The Cuba Reader recoge una buena cantidad de textos que resultan esenciales para tener una idea general del desarrollo histórico, político y cultural de nuestro país. En ese sentido, es justo reconocer el acertado criterio de Aviva Chomsky, Barry Carr y Pamela María Smorkaloff, quienes además han traducido por primera vez al inglés muchos de ellos. Ese conjunto de materiales posee además el mérito suplementario de su variedad tanto en el estilo como en las perspectivas desde las cuales se abordan los temas.

Ahora bien, un examen cuidadoso pone en evidencia que, en general, la visión que se ofrece es conscientemente muy favorable a la revolución. Eso viene dado por el criterio que se ha seguido al seleccionar los materiales. Entre los testimonios de extranjeros que han visitado Cuba, se elige un fragmento del que Ernesto Cardenal dio en su libro En Cuba. Se deja fuera, en cambio, la otra visión de esa misma realidad que Jorge Edwards plasmó en Persona non grata. De Antes que anochezca se eligieron unas páginas donde Arenas narra algunas de sus experiencias homoeróticas a comienzos de los años sesenta. Unos años, según nos dicen los compiladores en la breve nota de presentación, que fueron para el escritor "a time of revolution on all levels, unleashing unlimited sexual and creative energies". Conviene recordar que ese período corresponde al surgimiento de las UMAP, un bochornoso capítulo de la represión contra los homosexuales que los compiladores prefirieron obviar. Asimismo es cuestionable la elección del texto de Cabrera Infante, pero no quiero extenderme con más ejemplos que responden a un criterio similar.

Consiste tal criterio en no traspasar los límites de la corrección política delimitada por las instituciones oficiales de la Isla. No quiero decir con esto que todos los trabajos que se incluyen en el volumen ofrezcan una visión complaciente y paradisíaca de la sociedad cubana. Difícilmente puede decirse eso de un texto como "Silence on Black Cuba", en el que Carlos Moore disecciona la supremacía blanca que sigue dominando en nuestro país. Pero el alcance crítico de los textos seleccionados nunca transgrede esos límites a los cuales aludí, y que los compiladores demuestran conocer bien (Pamela María Smorkaloff ha residido en Cuba y en 1987 la Editorial Letras Cubanas publicó su estudio Literatura y edición de libros: la cultura literaria y el proceso social en Cuba) y aplican con obediencia.

Richard R. Super, profesor de Historia de Creighton University, se ha referido a esa sutil parcialización que permea el conjunto de los textos seleccionados. Comenta al respecto que en un bloque como The Cuban Revolution and the World se muestra a una Cuba heroica enfrentada al maligno Estados Unidos. Y critica que se destaque cuánto se admira a la revolución en el Tercer Mundo, mientras que se omiten alusiones a la política represiva, al aumento de la dependencia a la Unión Soviética o a la intervención del ejército cubano en países de África y Latinoamérica. Asimismo Super señala la ausencia en la bibliografía de varios libros que enriquecen desde una óptica crítica de la historia del proceso revolucionario. Apoya su afirmación con los nombres de Meter Bourne, Tad Szulc y Georgia Anne Geyer, todos los cuales, según él, hubieran contribuido significativamente a completar el retrato de una nación y de su contexto histórico.

Es curioso cómo a la postre The Cuba Reader viene a confirmar eso mismo que los compiladores quisieron ilustrar con el chiste sobre la visita del Papa: todo lo que se relaciona con la Cuba posterior a 1959 rara vez consigue escapar a lo que, parafraseando a Virgilio Piñera, podríamos llamar la maldita circunstancia de la política por todas partes.

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