El álbum Emigrante (2002) marcó un punto de inflexión en la carrera del grupo Orishas en el intento de renovar su arsenal musical. Premiado en la pasada edición de los Grammy Latinos, este disco muestra los riesgos y altibajos que corre la agrupación en el empeño por superarse a sí misma. Por eso conviene analizarlo en relación con su anterior producción discográfica, A lo cubano (1999), donde relucen de manera más clara sus logros y carencias.

A lo cubano es un CD que marcó pauta en la proyección internacional de los nuevos compositores cubanos. Esta obra, editada en 23 países, muestra otra cara musical de la Isla, precisamente cuando la industria discográfica de medio mundo —con el boom del Buena Vista Social Club— divulgaba (imponía) la mejor música cubana, pero también la más tradicional.

Los grupos Orishas —con A lo cubano— y Habana Abierta son, entre otros, responsables directos de un nuevo sonido, de una "nueva sensibilidad" a la hora de interpretar la música cubana.

Teniendo como antecedente el grupo Amenaza —al que pertenecieron dos de sus integrantes cuando residían en la Isla—, el grupo Orishas experimenta con A lo cubano una fusión en que intervienen fundamentalmente sonoridades del hip-hop y del rap de origen norteamericano. Ambos géneros tienen como base rítmica esencial diferentes géneros de la música popular cubana, como la rumba, el guaguancó, la guajira y el son. Una fusión muy bien lograda, si se toma en cuenta que a pesar del estilo hip-hop asumido por el grupo, en sus creaciones permanece el inconfundible sabor criollo, condicionado por el empleo de estructuras de la música tradicional isleña, así como la presencia de las claves, las cuerdas, la percusión y la síncopa cubana.

Con este primer disco, el grupo no sólo se puso a la cabeza del hip-hop latino, sino que propició un espacio de creación en el espectro musical cubano. Desde el punto de vista textual, puede decirse que A lo cubano gira en torno a la nostalgia y el desarraigo cultural. Quizás por eso en muchos de los temas se idealiza el campo cubano (537 C.U.B.A), las calles de La Habana (Barrio), así como las costumbres e idiosincrasia de la gente de la Isla (Canto para Eleguá y Changó).

Este tratamiento un tanto folklorista y pintoresco carece de una crítica directa sobre la dura realidad sociopolítica y económica por la que atraviesa el país. Pero al abordar asuntos situados en esta esfera temática (Barrio, Atrevido, Solar), combinados con una estética de marcada proyección urbana, A lo cubano contribuyó a gestar en la Isla todo un movimiento hip-hop, convertido en uno de los fenómenos culturales más vitales y heterodoxos en la producción de las más jóvenes generaciones.

Dicho movimiento ha arrastrado consigo a seguidores de un amplio sector de la juventud isleña, que ve en los mensajes críticos de la caótica realidad nacional, una válvula de escape a sus frustraciones e inconformismo social. La aceptación ha sido tal que las autoridades culturales —que en un principio se negaron a reconocerlo, e incluso lo reprimieron—, prestas a manipularlo, han organizado peñas y festivales de hip-hop y pronto se dispondrá de un estudio para promover la música de estos grupos.