Como es harto sabido, toda regla tiene sus excepciones. Hace unos días, en un comentario acerca del libro de décimas de Pedro Péglez González: Cántaro inverso, afirmé que ese volumen se incorporaba "raudo y veloz a la lista de los peores libros de décimas escritos en Cuba, en la que eran abanderados sus cuadernos (In) vocación por el paria y Los estertores del agua. Sin embargo, para tranquilidad de su autor, cuando leí otro decimario comprendí que siempre puede haber un libro peor.
Por una decisión del Ministerio de Cultura, en cada municipio del archipiélago existen consejos editoriales encargados de decidir qué merece ser publicado y qué no, y todos los años los consejos editoriales provinciales confeccionan sus planes de los títulos que saldrán a la luz, con tiradas que generalmente no rebasan los 500 ejemplares. Los equipos de especialistas y escritores que trabajan en la selección dejan por escrito sus dictámenes, ya sean favorables o no, para explicar a los autores cuál será el destino de sus cuadernos, y generalmente se llega al consenso, aunque sea inevitable el desacuerdo de muchos cuando las decisiones resultan adversas.
No obstante, por razones extraliterarias, algunas veces el Ministerio viola los pasos previstos y publica títulos que no han pasado por las diversas instancias de aprobación. Este es el caso de Vida de Antonio Maceo (Editorial Sanlope, Las Tunas, 2004), de Antonio Guerrero Rodríguez, un libro tan mal escrito que ni los iletrados improvisadores campesinos escribirían algo semejante.
Como su título indica, Antonio Guerrero —autor de dos insignificantes poemarios anteriores: Desde mi altura (Editorial José Martí, 2001) y Poemas confidenciales (Editorial Letras Cubanas, 2004)—, con esta nueva entrega, intenta recrear la vida del Lugarteniente General del Ejército Libertador, pero sus 148 décimas llenas de rimas fáciles y forzadas, asonantes, adjetivaciones excesivas e inconsistentes, rellenos silábicos, cierres pobres y lugares comunes, son un verdadero fracaso, aunque Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí) afirme en la solapa: "Este libro, no obstante su sencillez y humildad, contribuye, sin duda, a la epopeya cubana".
El riesgo de los temas políticos
Editado por el escritor Eduardo Heras León, Vida de Antonio Maceo no posee un solo verso que merezca la pena citar. Su autor está tan atento a la historia narrada, que olvida por completo que la forma elegida pertenece a la poesía y no al testimonio o al periodismo. Independientemente de las condiciones en que se haya escrito este libro, un verdadero poeta hubiera logrado una obra realmente valiosa, pero definitivamente su autor no es uno de los elegidos. Los temas políticos en poesía son los más difíciles, porque el riesgo de caer en lo panfletario es muy elevado y este panfleto de Guerrero —a pesar de las manos "piadosas" que después de haber sido enviado a Cuba intentaron convertirlo en literatura— es una ofensa a la historia de la décima nacional y a los poetas que en silencio se empeñan en airear la estanza de Espinel. |