www.cubaencuentro.com Martes, 29 de abril de 2003

 
  Parte 2/2
 
El Melodioso
Alberto Zayas desarrolló una decisiva labor en el orbe de la rumba y de la música litúrgica afrocubana.
por JOAQUíN ORDOQUI GARCíA, Madrid
 

Alberto Zayas, el cantante que hoy nos ocupa, tiene una gran importancia tanto en la ejecución como en la divulgación del género. Nació en Matanzas, el 14 de febrero de 1908 (coinciden en el dato Helio Orovio y Pujol), aunque su familia se trasladó a La Habana cuando apenas tenía un año de nacido. Según Orovio, comenzó a cantar cuando tenía 15 años e integró El Habanero —al parecer, después de 1931, ya que no aparece mencionado en la discografía del sexteto—, además de otras agrupaciones soneras. Pero su labor más importante la desarrollará en el orbe de la rumba, así como en el de la música litúrgica afrocubana, dado que era sacerdote de la regla de Ocha, y que actuó como informante de Fernando Ortiz y lo acompañó en las demostraciones que realizó el gran etnólogo cubano en sus descubrimientos de nuestro patrimonio.

Porque Alberto Zayas, conocido también como "El Melodioso", se dedicó, tal vez sin saberlo en sus inicios, a una actividad que solemos relacionar con graduados universitarios: la etnología. Tal vez influido por Ortiz, o acaso sólo impulsado por su intuición y talento, este pionero dedicó gran parte de su vida a recopilar antiguos cantos y a su interpretación, de acuerdo con los cánones más clásicos de los diversos géneros que representó. A partir de 1956, realizó un conjunto de grabaciones que hoy pertenecen a lo mejor de la rumba, además de otras dedicadas a la conga y a las músicas litúrgicas de la regla de Ocha y abakuá. Al parecer, esta labor se prolongó hasta 1960, aunque es probable que existan registros posteriores de los que no tengo noticias.

Para las grabaciones de 1956 reunió un elenco que pertenece a lo mejor de nuestra música. Solistas: Roberto Maza, Alberto Zayas y Carlos Embale; coros: Adriano Rodríguez, Bienvenido León, Mercedes y Juanita Romay; percusión: Giraldo Rodríguez, Gerardo Valdés y Nicolás Mauro. Muchas de las rumbas grabadas pertenecían al propio Zayas, como El vive bien o Que me critiquen. No me atrevo, sin embargo, a hacer un análisis más detallado de las autorías de las rumbas que integran este grupo de clásicos por la sencilla razón de que muchas rumbas son atribuidas, arbitrariamente, a ciertos autores, cuando lo más probable es que sean anónimas, mientras que otras, como Consuélate como yo, supuestamente anónimas, tienen compositores con nombre propio, en este último caso Gonzalo Asencio, más conocido como Tío Tom.

Alberto Zayas murió en Guanabacoa en 1983, según Orovio, quien no consigna la fecha exacta. Es poco probable que se pueda culpar a este autor de semejante omisión. Es muy probable que muriera olvidado y sin ningún reconocimiento oficial por parte de una sociedad que a comienzos del siglo XXI, como a principios del XX, discrimina, de forma consciente o inconsciente, una parte importantísima de nuestro patrimonio y sus cultores.

Paradójicamente, extranjeros conocedores de la música cubana saben dar a estos fenómenos culturales su verdadera importancia, gracias a lo cual contamos con el TCD 708, de la disquera Tumbao, titulado El yambú de los barrios, donde se puede encontrar una excelente muestra de aquellas primeras grabaciones rumberas.

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