Si no fuera así, la Federación Internacional de Básquetbol hubiera utilizado a Dominicana, en vez de Puerto Rico, como sede del Preolímpico que comenzará a fines de este mes y otorgará cuatro plazas para Atenas. Y aquí si viene lo que más vale y brilla bajo las aros, incluido otro Dream Team de la NBA.
Al cierre de este comentario, cuando faltan pocos días para el fin del evento, los norteamericanos iban cómodamente instalados en la cima del medallero con 69 oros, por 53 los cubanos, que han visto una cerrada lucha en deportes que dominaron en el pasado, como el judo, la lucha y el kárate, a causa del ascenso de países como Brasil y Venezuela.
La esperanza de la delegación cubana, cuya última meta es desplazar a Estados Unidos del primer lugar, se concentra ahora en el boxeo, algo que pueda dar la natación y las pocas divisiones que van restando en los deportes de combate.
El béisbol, el buque insignia de la delegación cubana, no debe tener dificultades para vencer en la final a un equipo estadounidense sacado de no se sabe dónde y que ha mostrado más oscuros que claros en la etapa de clasificación.
La escuadra cubana tampoco ha sido un manojo de virtudes en el terreno, y tras recuperarse de una derrota frente a México, venció por la mínima a Nicaragua para pasar a discutir el oro, pero esto no es noticia.
La noticia ha sido el fuerte cordón de seguridad cubano y dominicano —digno de un jefe de Estado— que ha rodeado a los antillanos. No pueden moverse, la prensa no tiene acceso a ellos, el público quisqueyano no puede sentarse cerca del banco de los cubanos, han detenido a scouts de Grandes Ligas. Es un verdadero circo.
Alegando razones de indisciplina, la novena cubana había dejado a cinco de sus mejores jugadores, dando pie a rumores de posibles deserciones, pero lo que ha pasado en Dominicana es algo realmente vergonzoso. No es entendible que priven a un jugador de hablar con quien le venga en gana. Pero más ultrajante es —al menos para el aficionado local— no poder ver de cerca a los cubanos, porque la seguridad de la Isla así lo requiera.
Los problemas técnicos son entendibles y perdonables, pero este cerco no tiene justificación. Ojalá los peloteros cubanos algún día lo puedan entender. |