www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 2/2
 
Gloria y caída
¿La travesía marítima es la única salida para el futuro profesional de Kendry Morales?
por IVáN GARCíA, La Habana
 

Superkendry

No ha habido un pelotero en Cuba que llegara con tantas expectativas a los clásicos nacionales. Los fans se preguntan a dónde iba a desempeñarse Kendry Morales. Desde el box, era un coloso. Pero en la Isla el pitcher no batea, y Morales era un fenómeno pegándole a la pelota. El salto era difícil. Por ese entonces los juveniles bateaban con aluminio y en la primera categoría se jugaba con madera.

Kendry Morales
Kendry Morales.

Además, Morales no tenía una posición definida, jugaba primera, tercera base y los jardines. Pero en Industriales había una estrella en cada una de esas posiciones. Rey Vicente Anglada, director técnico de la nave azul, le abrió un hueco al famoso novato en el jardín derecho, como séptimo palo. El fornido mulato, de seis pies y una pulgada, 94 kilogramos y bateador ambidiestro, no le hizo quedar mal.

Debutó el 6 de enero de 2002 en un atestado estadio Guillermón Moncada, en Santiago de Cuba, frente al pitcher derecho Norge Luis Vera, uno de los grandes lanzadores cubanos del momento. Conectó de 4-1 y siempre le dio bien a la bola. Muchos fans pensaron que a Morales le quedaría grande el uniforme de Industriales.

Varias estrellas juveniles pasaron sin penas ni glorias por la novena capitalina y cayeron en el olvido. En el equipo azul se juega a estadio lleno y el aficionado es demasiado exigente. La presión se come no sólo a los debutantes sino también a los consagrados. Morales dio la talla al instante. Dos semanas después era el cuarto bate azul.

Al terminar la campaña, su nombre era historia.

Seis marcas para un debutante. Tomen nota: 21 jonrones, 116 hits, 82 impulsadas, 60 anotadas, 571 de slugguin y en 41 ocasiones trajo la carrera del empate o la victoria para su equipo. Promedió además para 324 e integró el equipo nacional con sólo 19 años, desempeñándose como cuarto bate. Ni Omar Linares, ni Antonio Pacheco —los más grandes peloteros cubanos de los últimos 45 años— han tenido la soberbia actuación de Morales en su debut.

En la segunda temporada bateó 391 y fue clave en la medalla de oro de la selección en la Copa Mundial jugada en La Habana, en octubre del pasado año. Pero en el Preolímpico de Panamá comenzó el calvario de Kendry Morales.

Caer en desgracia

Una escueta nota del locutor deportivo Héctor Rodríguez hacía saber que Kendry Morales había regresado a La Habana por enfermedad. En las peñas deportivas nadie se tragó la píldora, y comenzaron los rumores. Unos comentaban que Morales fue pillado en el acto cuando intentaba abandonar la selección; otros abogaban por la absurda teoría de que iba a ser secuestrado. Mientras las bolas corrían, los medios oficiales callaban.

Al comienzo de la actual campaña, parecía que el incidente de Panamá caería en el olvido. Morales integró el equipo Industriales y bateaba como sólo él sabe hacerlo. Antes del paro de fin de año promediaba 371 y era líder en dobletes con 12.

En enero de 2004 se anunció oficialmente, en otra escueta nota, que Kendry Morales y Bárbaro Cañizares, ambos de Industriales, eran apartados definitivamente del béisbol. No se ha dado otra explicación. Fuentes dignas de todo crédito aseguran que la Seguridad del Estado sospechaba que ambos peloteros intentaban salir de manera ilegal por el poblado costero de Caibarién, al norte de la región central de la Isla. No hubo evidencias ni pruebas. El propio Morales, en una entrevista a la cadena británica BBC, alegó que él estaba en Caibarién compartiendo una fiesta con sus amigos. La trama sigue pero el futuro de Morales es una incógnita.

El pelotero se siente un extraño fuera del béisbol. El gobierno no sólo le prohíbe jugar en el país, sino que además le negará en un futuro el permiso de salida para competir en circuitos profesionales. "Lo están matando en vida", comenta un aficionado. La solución es una travesía por el mar hacia Estados Unidos, a riesgo de su vida y de que las autoridades de ambos países lo capturen y lo devuelvan a la Isla.

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