www.cubaencuentro.com Jueves, 14 de abril de 2005

 
  Parte 1/2
 
A ritmo de conga en Santiago
La pelota nacional tiene un nuevo monarca. Finaliza un campeonato sin grandes nombres y menos jonrones.
por IVáN GARCíA, La Habana
 

Lo bueno empezó después de las 12 de la noche en la calle Trocha, de Santiago de Cuba. Corrió el aguardiente peleón, sonó el cuero y la corneta china no paró en toda la madrugada. Al ritmo del cocoyé, las mulatas santiagueras movieron la cintura como sólo ellas saben hacerlo. La gente olvidó el cúmulo de problemas materiales y escasez de comida y arrolló por la Trocha.

A. Pacheco
Antonio Pacheco: debuta por la puerta grande como manager de Santiago.

Santiago de Cuba se coronó por sexta vez campeón nacional. Y sin mucho sufrimiento. Después de dominar fácil la llave D, con 53 triunfos y 37 reveses, los de la tierra caliente le entraron a la postemporada con todos los hierros. Palearon a Granma 3 triunfos a 0, y arrollaron a Villa Clara en cuatro partidos. Su rival en la gran final, el Habana, es un equipo sin mucho caché, pero que juega como una piña.

Los habanistas sorprendieron a Pinar del Río, al derrotarlos 3 a 1, y luego hicieron una hombrada cuando dejaron en la cuneta a la fuerte novena de Sancti Spíritus, que vencieron 4 a 2. Esta, a su vez, había dejado en el camino al doble campeón nacional Industriales. El duelo estaba planteado. Era una final inédita entre los Vaqueros de la Habana y las Avispas de Santiago. A decir verdad, el play-offs final por el título al mejor de siete fue como para olvidar.

En los cinco primeros partidos no hubo emoción. El Habana dio primero, al ganar 6 carreras por 0, gracias a una joya de pitcheo del derecho Jonder Martínez. Luego, los santiagueros devolvieron el golpe y le propinaron dos soberanas palizas al Habana, 15 carreras por 3 y 10 por 0. Un zurdo de buena curva y excelente control en la zona de dentro del home, Yulieski González, dio un respiro a los fans de los Vaqueros al derrotar a las Avispas 7 por 0. Pero Santiago reaccionó como un resorte y al día siguiente le cayó a batazos a cuanto pitcher contrario se encaramó en el box, y venció a los habaneros 8 por 0.

El match se trasladó al estadio Guillermón Moncada en Santiago, y hasta un neófito sabía que la suerte estaba echada. Intentó el novato Yadier Pedroso frenar a los santiagueros. Pero fue imposible. En el noveno acto, con las bases llenas, Pedro Poll sonó cohetes al jardín izquierdo y dejó tendido en el terreno a los Vaqueros. Fue, sin duda, el mejor partido. Las Avispas ganaron 2 carreras por 1, con una loable faena del gigante del poblado de Seboruco, el derecho Ormary Romero, quien tiró nueve sólidas entradas, permitiendo 6 hits y ponchando a 7.

Un torneo sin grandes nombres

Mientras los parciales santiagueros festejan el título, es bueno hacer un análisis de esta temporada que recién concluyó. Sin dudas, la salida de la Isla de varias estrellas de nuestro béisbol, como es el caso de Kendry Morales, y el retiro de algunas luminarias, ha convertido a nuestro clásico en un torneo sin grandes nombres. Hay muchos jóvenes con talento, pero todos deben pulirse. La falta de hombres de fuerza es preocupante. Se pegó un anémico promedio de 1,08 jonrones por partido. Y excepto Juan Carlos Pedroso (Las Tunas), líder con 27, Eriel Sánchez (Sancti Spíritus), 25, Amaury Casañas (Matanzas) o Pedro José Rodríguez (Cienfuegos), los rompecercas están en extinción en nuestro béisbol.

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