www.cubaencuentro.com Viernes, 13 de febrero de 2004

 
   
 
Toleteros de 2003
La pelota Mizuno 150 y la escasez de monticulistas son las principales causas de la apabullante ofensiva en el béisbol de la Isla.
por ALBERTO ÁGUILA, Miami
 

Al revisar las estadísticas individuales del béisbol cubano en el año recién finalizado, lo más interesante fue la introducción de cuatro marcas ofensivas con bate de madera, algo sorprendente, ya que las marcas importantes se logran una a una, y cada cierto tiempo, lo cual es un motivo para escudriñar sobre lo sucedido.

O. Urrutia
Osmany Urrutia.

Los nuevos recordistas fueron Osmany Urrutia, que cerró la 42ª Serie Nacional con promedio astronómico de 421; Javier Méndez, que logró 92 impulsadas; Enrique Díaz, con 100 carreras anotadas, y Joan Carlos Pedroso, que conectó 28 jonrones. Todo esto, en un torneo de 90 juegos.

Comparar entre si los datos de la pelota en los últimos cuatro decenios es un verdadero engorro, debido a que los torneos de la Isla se han jugado con 12 calendarios diferentes, que van desde el efectuado en 1962, de 27 encuentros, hasta los de 1968 y 1969, en que se jugaron 99 partidos.

Para los especialistas que siguen el béisbol, y hasta para los fanáticos, la noticia no pasó inadvertida, pero no existían, a mediados de 2003, las tablas numéricas de los líderes individuales de otros países, por lo que hubo que esperar al final del año.

Conociendo que en Cuba existen datos completamente falseados por el uso del bate de aluminio entre l978 y 1999, hubo que esperar hasta la publicación del resumen anual de la prestigiosa revista Baseball América, que recoge todo lo acontecido en las 25 ligas de béisbol más importantes del orbe.

Específicamente, en lo que a bateo se refiere, se comprueba que el pelotero cubano Osmany Urrutia sobrepasó la barrera de los 400 de promedio y aventajó en 43 puntos al que más se le acercó: el dominicano Félix José, puntero de la Liga Mexicana, que terminó con 377.

Todos los demás monarcas de los 23 circuitos restantes concluyeron con promedios que oscilan entre 376 y 324. Para colmo, otros cuatro bateadores cubanos siguieron a Urrutia con averages superelevados: Kendry Morales (391), Oscar Macías (384), Rey Isacc (383) y Amaury Suárez (378).

A la hora de valorar lo que significa compilar 400 o más unidades de bateo, es preciso recordar que en el Big Show, el fabuloso Ted Williams terminó la campaña de 1941 con 407. De allá para acá, temibles bateadores del mundo entero han desfilado por allí y nadie ha podido aproximarse. Para que ocurran tan elevados guarismos, es necesario una descompensación total entre los elementos fundamentales del juego: el bate, la pelota y el bateador.

En el 2000 se utilizó en Cuba una pelota de fabricación nacional denominada "la bola de la discordia", porque los bateadores aducían que "botaba" muy poco. El líder al bate fue Yorelvis Charles, con porcentaje de 353.

Para la contienda de 2001, los "estrategas" que todavía añoran las hazañas coleccionadas con el aluminio, introdujeron la Mizuno 150, una pelota de fabricación japonesa que se caracteriza por su bote desmedido. El mismo Urrutia alcanzó 431 y 408, respectivamente cada año, y detrás de él toda una cadena de jugadores con elevados promedios, en cuadrangulares, carreras anotadas y remolcadas.

La Mizuno 150, que únicamente se emplea en Cuba, no ha sido la causa absoluta, ya que se unieron otros dos factores: la instauración de bates de madera elaborados sin reglamentación, donde cada bateador utilizaba el implemento que estimaba pertinente; y la escasez de monticulistas.

En la Serie Nacional actúan 160 tiradores por temporada. De ellos, unos 140 carecen de los recursos y experiencia necesarios. Los de más talento han escapado últimamente a Estados Unidos.

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