La primera, apenas un suelto publicado en muy pocas partes de este mundo, pero una verdadera rareza: El único periódico que circuló en las calles de Bagdad inmediatamente después de la caída de Sadam Hussein fue El Camino del pueblo, órgano del Partido Comunista de Irak. Su titular principal, en tono de epitafio y debajo del emblema de la hoz y el martillo: Fin de la dictadura.

Heydar Aliyev, presidente de Azerbaiyán.

Se distribuyó gratis el pasado fin de semana a los asombrados transeúntes que durante décadas no habían visto en letra impresa una palabra contraria al régimen del Partido Baas y desconocían, por falta de electricidad, que George W. Bush y Tony Blair les hablaban sobre el futuro de su país en las trasmisiones de una nueva televisión.

En 1980 Sadam Hussein afirmó que los comunistas habían sido extinguidos. Fue una lucha de más de dos décadas entre el nacionalismo árabe, representado por el Partido Bass, con una propuesta laica, anticolonial y antisraelí, y los comunistas iraquíes, chiítas en su mayoría, identificados con el socialismo moscovita y las aspiraciones de la minoría kurda del norte del país. Asunto enredado y de confundidas ideologías, en el que puede apuntarse como dato revelador que fueron los comunistas quienes ametrallaron entonces la residencia del futuro progenitor de la Madre de Todas las Batallas.

En Cuba no debe haberse publicado tal noticia, pese a la tenaz supervivencia de las ideas marxistas que evidencia. En su larga asociación con Sadam Hussein, La Habana cerró los ojos ante las reiteradas masacres en las filas de los comunistas iraquíes. Moscú también lo hizo en su momento, valga la aclaración. Por otra parte, ¿cómo explicar a los cubanos, alertados por su gobierno de la inminente invasión norteamericana urdida por la mafia de Miami, que las tropas de ocupación toleran la aparición de un periódico rojo en la plaza Firdos, en pleno centro de Bagdad?.

La otra noticia fue más difundida y hasta ilustrada con una foto tomada de la televisión de Bakú, capital de Azerbaiyán. En la gráfica aparece el presidente Heydar Aliyev en un gesto de dolor, con las manos cruzadas sobre el pecho, antes de desplomarse del podio desde el cual se dirigía a una audiencia de militares. Aliyev se desmayó dos veces en el transcurso de su discurso y dos veces volvió a los micrófonos hasta concluirlo, ante los ojos atónitos de quienes contemplaban el suceso trasmitido en vivo a todo el país.

La longevidad política de Aliyev es proverbial. Primer azerí en alcanzar el grado de general de la KGB, fue líder de los comunistas locales desde 1969 e ingresó al Buró Político del Partido Comunista de la Unión Soviética cuando Leonid Brezhnev lo encabezaba. Asistió al sepelio de su mentor en 1982, al de Yuri Andropov en 1984 y al de Konstantín Chernenko en 1985. Sólo Mijail Gorbachov consiguió deshacerse de él en 1987.

Seis años después, mediante un tranquilo Golpe de Estado, tomó de nuevo el poder en un Azerbaiyán ya independiente. Algunos lo llaman el Pinochet del Cáucaso y también el "Dinosaurio de la era soviética". Ahora preside una república donde abundan las mafias rusas, se cortejan las inversiones norteamericanas y es rampante la corrupción en las empresas estatales. En los últimos años ha sobrevivido a cinco intentos de asesinato.

Los dos desmayos públicos abrieron toda clase de especulaciones sobre la sucesión y el precario estado de salud del presidente, que a los 79 años afirma estar dispuesto a un nuevo período al frente de los destinos del país. "Alguien debe haberme hechizado", comentó Aliyev después del incidente.

Esta noticia tampoco debe haberse publicado en Cuba. No sólo porque recuerde un desmayo semejante, televisado también a toda la nación. Francamente, son demasiadas las coincidencias.