www.cubaencuentro.com Lunes, 12 de mayo de 2003

 
  Parte 1/2
 
La Habana: El agente Miguel
por TANIA QUINTERO
 

Raúl Rivero lo vio entrar con camisa color tangerina de mangas largas, pantalón carmelita y su inseparable bastón. No se sorprendió como el día antes, en la misma sala del mismo tribunal, Martha Beatriz Roque Cabello se asombrara al ver como testigo acusador a Aleida Godínez (la "agente Vilma"), persona allegada en la comisión gestora de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil.

Taller de periodistas
A la derecha, en primer plano, el 'agente Miguel'. También a la derecha, de pie, la 'agente Vilma'.

La contrainteligencia cubana decidió "quemar" a Godínez y Manuel David Orrio para poder "reforzar" las evidencias de los "delitos" cometidos por Roque Cabello y Raúl Rivero, supuestamente violatorios de artículos contemplados en la Ley 88 o Mordaza, aprobada en febrero de 1999, y el Código Penal (Ley 62, vigente desde abril de 1988).

En todo caso, la sorpresa del poeta, escritor y periodista disidente se debió al hecho de que Orrio no fuera vestido de verde olivo, el color del uniforme del Departamento de Seguridad del Estado (DSE) al cual el "agente Miguel", según dijo en el juicio, se enorgullece de pertenecer desde 1992.

Orrio no podía soportar el talento, la personalidad y el reconocimiento internacional alcanzado por Raúl Rivero a partir de 1991, cuando firmó la Carta de los Diez, pero sobre todo a partir de 1994, cuando sin recurrir a ninguna sesión de Alcohólicos Anónimos se convirtiera en abstemio y con plena conciencia —y valor— el 23 de septiembre de 1995 fundara Cuba Press, la más profesional de las agencias de prensa alternativa creadas en la Isla.

Su odio llegó al clímax en junio de 2000, cuando convocó a un grupo de periodistas cercanos a su entorno con el propósito de lograr consenso y atacar, mediante una declaración (que hicieron pública), a quien Orrio despectivamente llamaba "Periodista en Jefe".

El "agente Miguel" quería ser el personaje protagónico, la figura central del periodismo independiente. Mientras más sobresaliera y su nombre sonara, más quedaba "sembrado" dentro de la disidencia.

Sus intenciones fallaron en el verano de 2000. Recuerdo que escribí un artículo denunciando la trama. Pero Raúl Rivero me pidió que no lo publicara para no echarle más leña al fuego de la discordia. Fue la única vez que me hiciera una sugerencia de ese tipo.

A principios de 1997, Orrio fue nombrado por Rosa Berre —periodista cubana exiliada en Miami— representante de la agencia Cubanet. A fines de 2002 otro periodista exiliado, José Rivero, lo escogió para estar al frente de la corresponsalía de Carta de Cuba en la Isla. Hasta el final, Orrio fue su "hombre en La Habana".

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